miércoles, 3 de octubre de 2012

Arantzazuko Andre Mariaren Kofradia: Mexico


Ana de Zaballa Beascoechea
Bilbo, Euskal Herria 2009

En este trabajo se analizará el papel de las devociones a la virgen de Aránzazu y a San Ignacio de Loyola, en su doble vertientes religiosa y como nucleadores del grupo vasco radicado en Nueva España.
La importancia de los vascos en México ha quedado patente en estudios sobre la actividad comercial en la capital de virreinato, los grupos de poder, y por supuesto la actividad de la hermandad, primero, y la cofradía de Aranzazu[1] después. En cuanto se realizan investigaciones acerca de la actividad económica o influencia y protagonismo de las élites en la ciudad de México en la época virreinal comienzan a aparecer apellidos como Fagoaga, Arteaga y Lascano, Yraeta, Elizaga, Castañiza, Ycaza, Basoco, Aguirre y Amirola, Gamboa, también algunos que vieron decaer sus negocios como el marqués de Careagay, Nicolás de Landa… Es conocido por los especialistas que los vasco-navarros a pesar de no ser numéricamente muchos tuvieron importancia en cuanto a sus posibilidades económicas y su prestigio social. Y no sólo en la capital, sino que al ampliar sus relaciones comerciales con otros puntos del virreinato, ese prestigio, esas “redes” o nexos se ampliaron a ciudades como Guadalajara o Puebla. En muchos casos esa expansión fue unida a la fundación de nuevas cofradías de Aránzazu[2]. Cofradías que fueron el precedente del asociacionismo étnico del siglo XIX del que oiremos hablar ampliamente estos días.
Como es lógico las constituciones de la Cofradía de Aranzazu, que agrupa a la mayoría de los vascos de la capital mexicana, son muy parecidas a las de otras cofradías en Indias: prácticas de devoción, limosnas, ayuda a los necesitados etc. Pero tuvieron sus peculiaridades pues, además de ciertos matices o detalles más o menos sustanciales en una regla u otra, la gran y llamativa diferencia entre estas asociaciones radica en los destinatarios preferentes de su acción, en un caso los originarios o descendientes[3] de los territorios de Vasconia en la Nueva España. Además, en la de Arantzazu[4] el rector es siempre un laico y se tiene en cuenta la sucesión entre los distintos territorios vascos, mientras la de Guadalupe, por ejemplo, creada en origen sólo por eclesiásticos, alterna anualmente a estos con los seglares en su gobierno máximo”[5].
La exclusividad de los vascos como miembros de la cofradía aparece también para elegir a los futuros capellanes de la misma y avanzado el XVIII serán los miembros de la cofradía quienes se reserven el derecho a nombrar en cada caso al predicador del Sermón en las fiestas. Se puede comprobar por los sermones publicados, que en muchos casos fueron vascos.
“La fiesta la hizo la Nobleza Cantábrica deste Reyno, la Misa la cantó un Vizcaíno, el Sermón le predicó otro, asistiendo a él V. Rma. El ser súbdito alienta, mi obligación insta,, mira V.Rma. si tiene títulos para admitirle. Noble es mi oferta, no se puede hazer sospechoso mi rendimiento, pues, son más de cuatro los costados que le califica”
Aquí, además de lo ya visto sobre que todos los componentes son vascos y la importancia que a ello se le da; habría que hacer notar la forma de englobar a todos los vascos, navarros y cántabros, bajo el título de “Nobleza cantábrica”[6]
Al referirnos a los vascos, debemos entender en el lenguaje utilizado en Indias en los siglos XVI al XVIII a los oriundos “de la Provincia [Guipúzcoa], del Señorío [Vizcaya], de la Hermandad [Álava], del Reino [Navarra]”, o incluso “de las Quatro Villas” [Castro, Santoña, Laredo…], como reza en el acta fundacional de la primera de las Cofradías de Arantzazu de las que hay constancia en América, en Lima”. O también:
“con la asistencia de aquel Soberano Señor Sacramentado en las aras y la noble ilustre y siempre Leal Nación Cantábrica, en Vizcaínos, guipuzcoanos, alaveses y Navarros en demostración de su ardiente celo y devoción a estos cultos a la Reyna de los Ángeles Andrea Maria de Aranzazu”[7]
Es importante no olvidar que, junto a la preferencia por los vascos, tanto entre los directivos como beneficiarios de la Cofradía, ya desde finales del XVII, la mayoría de ellos son criollos.
Los sermones fuente principal sobre la que apoyo esta investigación, son como una ventana que nos muestra la fuerza nucleadora que desempeñaron las devociones típicamente vascas en nuestro grupo étnico: la Virgen de Aranzazu, Begoña, San Ignacio y San Francisco Javier. Son devociones “utilizadas” como aglutinante en Indias, y no así en el País Vasco ¡esto es lo interesante!. No sugiero que estas devociones o manifestaciones de piedad fueran más fuertes o profundas en México que en la Península, sino que en su lugar de origen no había necesidad de contar con elementos de unidad e identidad entre los integrantes de las provincias vascas y Navarra. Efectivamente la Devoción a la Virgen de Aranzazu o a San Ignacio es compartida, pero no la perciben como una señal de identidad. Me explicaré.
Por una parte, en la Península, en los siglos XVI, XVII y hasta principios del XVIII no había un interés ni sentimiento de unión entre las tres Provincias. Es decir así como en Indias es común hablar de las Naciones Bascongadas y la cofradía les une, e incluso se les identifica como “vizcaínos” a todos… aquí en Álava, Guipúzcoa o Señorío de Vizcaya, en la documentación cuando se cita a una persona “que no es de la provincia; o del Señorío” es considera así tanto si es de Guipúzcoa como si es de Santander o Burgos. La unidad o unión se inicia entre 1710-1730 cuando les apremian interese comunes, como puede ser el tema de aduanas; o más adelante ante el problema de la exención de fueros (que aunque les afecta de manera diferente, les afecta a todos) que les llevará a la redacción de las “constituciones” (en torno a 1780) donde se unen para la defensa común.
En resumen, no existe conciencia cotidiana de unidad o identidad entre los originarios de las provincias vascas y Navarra
Por contraste, en México, tras el análisis de las actividades de la Cofradía de Aranzazu, sus fundaciones, la participación de muchos de sus miembros en la RSBAP, y especialmente después de estudiar sus manifestaciones religiosas y culturales considero que puede afirmarse que este grupo buscó su propia identidad dentro de la sociedad criolla poniendo énfasis en algunas manifestaciones de piedad, en las fiestas de ciertas advocaciones de la Virgen o santos que la explicaran o manifestaran. En concreto la colectividad vasco mexicana estudió y transmitió los orígenes y la especificidad de esta piedad y de sus elementos definidores que estaban unidos a la historia de su tierra de procedencia. Se podría afirmar, por tanto, que estas fiestas fueron el elemento que ofreció unidad a todos los originarios de las por ellos llamadas “Naciones Bascongadas” y Navarra.
1. Búsqueda de la propia identidad
Esta búsqueda de su especificidad, que les llevó a la profundización en sus tradiciones culturales y religiosas, se manifestó en varios hechos. Un aspecto ya estudiado[8] son las fiestas en honor a la Virgen de Aránzazu, que da nombre a la Cofradía que los reúne a todos. De estas fiestas derivan los sermones que con tal motivo se predicaban y los que han llegado hasta nosotros: aquellos que se elegían para imprimir y por tanto difundir. Podríamos incluso decir que su finalidad era recordar a los presentes y sus familias sus devociones propias, su cultura, su tierra de origen, su tradición[9].
a) El libro de las preeminencias vascongadas
Quizá debamos comenzar resaltando que el primer libro sobre la Virgen de Aranzazu se escribió precisamente en México. Esto, evidentemente no fue algo casual, sino fruto de la necesidad de los vasco criollos –no olvidemos que no eran recién llegados, sino nacidos en América- por conocer el origen de sus principales devociones, y de los tradicionales tópicos del apologismo vasco que muchos no conocían. A través del libro sobre Aránzazu estas ideas alimentaron la especificidad y el orgullo del grupo.
Aclara esta apreciación las palabras que encontramos en un sermón de la Cofradía predicado en 1683: “Esta historia (la aparición de la Virgen de Aránzazu) que por no ser muy repetida en la Nueva España la he referido, que con el tiempo la sabrán sus devotos como la de Guadalupe, y no tendrán necesidad el predicador de cantar a los oyentes”[10].
En efecto, el libro de Juan de Luzuriaga[11], Paraninfo celeste[12], sirvió como inspiración a sermones publicados en México por la Cofradía de Aranzazu. En dicho libro, además de las consideraciones piadosas del libro destaca la defensa de privilegios y preeminencias de los vascos que serian las siguientes:
1. La Nobleza originaria, pureza de sangre y valor de los bascongados (desarrollado en el capítulo segundo); su invencibilidad.
2. El monoteísmo primitivo aprendido de Tubal con la consiguiente fidelidad y constancia en la fe del pueblo vasco, que desarrolla en el capítulo tercero. Esta prerrogativa llevaba consigo la de ser “cristiano viejo” en una sociedad en la que esta característica era especialmente apreciada.
3. Y por último, es en el capítulo cuarto donde encontramos las ideas más interesantes y las más repetidas en la predicación. En efecto resalta cómo los odios y conflictos entre los vascos, cambiaron radicalmente a partir de la aparición de la Virgen. Desde ese momento el concepto de paisanaje se identifica con la obligación de apoyo y socorro mutuo. Es decir, Luzuriaga otorgó un origen religioso a la solidaridad de los vascos.
Hay que hacer notar que no se escriben más libros sobre la Virgen de Aranzazu hasta 1880, se utilizó en estos dos siglos el de Luzuriaga[13] siempre que se haga referencia a la historia de esta devoción. La historiografía del siglo XIX se olvida de los “mitos”, de los “apologistas” y se centran en el papel de la Virgen de Aranzazu para terminar con la lucha de Bandos. Es evidente, por tanto, que éste será el único tema que perdura en la vinculación “patriótica” entre la Virgen y los vascos de todas las señaladas por Luzuriaga.
Sin embargo, en los sermones editados por la cofradía, también los del XVIII, dedicados a la Virgen de Aránzazu continúan incluyendo los elementos “apologéticos” de monoteísmo, invencibilidad, etc, a los que añaden con ejemplos contemporáneos las virtudes y ayuda mutua de los vasco mexicanos.
b) San Ignacio de Loyola
A las fiestas de gran tradición se fueron añadiendo las de santos vascos canonizados en el XVII, en concreto San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. En efecto, el segundo elemento a resaltar la importancia que dieron a la fiesta de San Ignacio[14].
Se conoce sobradamente el prestigio del fundador de la Compañía de Jesús en la Península y en toda Europa, prestigio que crece con su canonización. A pesar de esto fue en México donde se iniciaron alguna de sus fiestas, en concreto la conversión de San Ignacio de Loyola
Era algo que los vasco mexicanos tenían a gala y se repite en los Sermones, así, en el predicado en 1723, se dice en diferentes momentos que la fiesta de la Conversión de San Ignacio se celebró por primera vez en México: ¡ en México antes que en España o Roma! no existía esa celebración hasta la iniciativa de los vasco-mexicanos…¡¡¡¡¡¡¡¡¡[15]. Nos explican que , además se construyó un altar en la misma capilla, y que se le dedicó con una fiesta que se celebró por primera vez en 1721. A partir de esa fecha cada año la cofradía celebraba la fiesta de la Conversión de San Ignacio de Loyola con mucha pompa, encargando sermón y dándole toda la suntuosidad posible[16]. Pretendían además que esa costumbre se difundiera por otras partes de América donde hubiera vascos, y que “se debe celebrar desde hoy en adelante (…) en Vizcaya, como la conversión de San Agustín en Italia”, y sugerían que se celebrara, también, en los colegios de los jesuitas en España[17].
Se percibe cierto afán de publicidad y notoriedad frente a sus paisanos en la Península; quieren que sus actividades en México sean conocidas aquí: “no me puedo excusar -dice el predicador- dar a Vm, aunque sucinta la noticia, de lo que en esta América, ha hecho en culto de nuestros Santos, su muy amada nación en que propondré nuevos motivos de agrado a su extremada benevolencia …”[18] y describe la Capilla de Aranzazu, con todas las capillas y a quienes se dedicaron; a costa de los vascos: a san francisco Xavier… a San Ignacio con su magnífico retablo… la piedad de los paisanos, la Cofradía…
Juan Ignacio Castoreña y Ursua autor de un sermón sobre San Ignacio, comenta con agradecimiento a los vascos de México: “Corresponde el zelo Español Indiano a los beneficios, que debe a este gloriosísimo Patriarca …” con la construcción de templos o capillas dedicadas a San Ignacio; y como buen navarro de pro en la segunda parte de la aprobación se dedica a una discusión barroca sobre “qual es mayor felicidad de el reino de Navarra la conversión de San Ignacio de Loyola o el nacimiento de San Francisco Xavier.
Aunque el inicio es completamente erudito, se le escapan expresiones o afirmaciones que son señal de ideas, mentalidad y simbolismo: Navarra fue la que dio a luz a San Ignacio en el fuego del Espíritu Santo, pues allí se convirtió, “el que había sido el esplendor todo de Guipúzcoa, donde fue parto noble por su naturaleza”. Compara a San Ignacio con San Francisco Javier y afirma que los dos son navarros y guipuzcoanos, los dos jesuitas…
Como se ve, aunque la devoción a San Ignacio ha sido poco estudiada en relación con los vascos de la cofradía de México, fue cobrando la misma importancia que la de Aránzazu. Encontramos muchos sermones sobre el Santo de Azpeitia; de ellos bastantes corresponden a celebraciones de la Cofradía no en vano el importante colegio que fundaron llamado comúnmente de “las vizcaínas” tiene como nombre original “Colegio de San Ignacio” y así está inscrito en piedra en la puerta.
Por lo estudiado hasta ahora[19], la devoción a San Ignacio o Aránzazu no tiene conexión con una especial orden religiosa, sino la que en ese momento les atiende, bien sean franciscanos o jesuitas. Entre éstos últimos es notoria la diferencia entre los que predican sobre San Ignacio, como de su Santo Fundador, de aquellos que son además de jesuitas vascos y que incluyen en su predicación referencias a la patria chica; quienes, en definitiva, comparten los empeños de los cofrades: mostrar su identidad; señalar sus devociones diferenciadoras… porque, al mismo tiempo practicaban las devociones mexicanas y comunes al resto de los criollos. Bien es verdad que el desarrollo de este tipo de sermón se produce ante los vascos y desaparece cuando la celebración tiene lugar en el colegio de los jesuitas y ante un público variado. Se puede asegurar y es buena prueba que en los sermones predicados por los jesuitas fuera de la Cofradía de Aránzazu, la referencia a su origen vasco no aparece o es casual[20].
Son las devociones lo que une a los vascos porque tanto la Virgen como San Ignacio son vascos y no hay distinción por órdenes religiosas: de hecho, los sermones sobre Loyola predicados por OFM tienen más contenido “vasco” que los predicados por Jesuitas que lo veneran más como “Fundador” que como vasco. Los jesuitas vascos en México predican muchos de los sermones sobre Aránzazu (como es lógico, esta advocación no es privativa de los Franciscanos, aunque muy adscrita a ella por su Presencia de ya 500 años en su basílica). Sin embargo, en el Archivo de Loyola, en una primera cata no hemos encontrado ningún sermón sobre Aránzazu[21], a pesar de que hemos encontrado algún sermonario de prelados americanos. Sí se encuentran libros de novenas a la Virgen de Aránzazu (1850)[22], pero la historia que se narra de la Virgen no se diferencia de los libros sobre Aránzazu de esa misma época y el contenido de la novena sigue el método y simbología de cualquier novena la Virgen; es decir sin ninguna referencia a los vascos. Esto claramente es debido a que en México tenían que defender su identidad e idiosincrasia frente a otros grupos; en la Península eso no es necesario, y por tanto los sermones sobre Aranzazu son sermones sobre la Virgen, sin incluir apologías patrióticas.
2. Medios para difundir y dar a conocer sus actividades e identidad
Olveda[23] aporta el dato de que en Guadalajara los vascos de Cofradía Aránzazu fueron los únicos que utilizaron la imprenta para difundir sus devociones, valor, identidad, etc. Otros grupos no dispusieron ni promovieron ningún material que sirviera para unir a los nacidos en una misma provincia y para difundir sus costumbres o sus creencias religiosas particulares”. Podemos trasladar esta afirmación a la capital del virreinato donde además del libro sobre Aránzazu que hemos comentado, publicaron muchos sermones, y lo que puede contener más intencionalidad: muchos se dedicaron a personajes vascos con cargos en la metrópoli; y por supuesto allí se enviaban esas publicaciones.
“La publicación de la novena (a la Virgen de Aránzazu en Guadalajara) es un dato muy revelador porque vuelve a reconfirmar varias de las tesis expuestas con anterioridad como el exclusivismo, el poder, y el particularismo de la cultura vascuence. Adviértase cómo los vascos, en cuanto se instaló la primera imprenta en Guadalajara, la usaron para fortalecer su identidad y difundir sus propios cultos religiosos. Ni los santanderinos, ni otra “nación española”, aprovecharon las prensas para propagar sus costumbres”[24].
También en Guadalajara destaca un sermón de 1796 que “ Este sermón llama especialmente la atención no sólo porque alude a la devoción que los vascos tenían hacia la Virgen, sino, además, porque en diferentes partes del texto se exalta la grandeza de los pueblos de la Cantabria y se destaca el orgullo que tenían de ser vascuences. (…) Se trata de un discurso con un sabor dominante que da la sensación de querer legitimar la posición hegemónica de este grupo”. Además nos da noticia de la existencia de Cofradías de Aránzazu en San Luis Potosí y Sombrerete[25]. La peculiaridad de la devoción a la Virgen de Aránzazu en Guadalajara queda demostrada al comprobar que quienes han estudiado la religiosidad de la sociedad colonial en Guadalajara, al hablar de su devoción mariana no citan a la Virgen de Aránzazu. La conclusión de Olveda, es que “precisamente porque su culto era exclusivo del sector más poderoso de la élite, razón por la cual no puede ser identificado como popular”[26].
En México capital se publicaron infinidad de sermones, que corresponden a diversas instituciones como la Universidad, el obispad o el propio Virrey cuando se trata de conmemorar festividades u honras fúnebres de reyes y personajes importantes de la ciudad… Pero, en definitiva no se encuentran como promotoras de esos sermones cofradías de otros grupos étnicos.
Otro medio de propagar su identidad, más bien sus actividades y la importancia del grupo (aunque no de forma sistemática) fue la “Gazeta de México” que tuvo tres momentos. La primera Gaceta era editada por Juan Ignacio Castoreña y Ursua (1722) la segunda por (1728) por Juan Francisco Sahagún de Arévalo y por último la edición que más tiempo estuvo en la calle fue la de Manuel Antonio Valdés, impresor de oficio, que inicia su publicación en 1784. Las tres ediciones tienen el interés de recoger, no las grandes noticias internacionales, o de la ciudad de México, sino los sucesos –apolíticos- que podían interesar a sus ciudadanos y los que querían dar a conocer al exterior “…serán admiración a los que las oyen distantes, y crédito de México en todo el Universo”[27].
Ya en la edición de 1784 nos informan de que desde Veracruz sale para Cádiz en “el Bergantín Correo marítimo la Begoña de cuyo arribo se dio cuenta en la anterior, condujo a su bordo la carga siguiente: “ y entre esa carga está “2 caxones exemplares de la Real Sociedad Bascongada”[28].
Cristina Torales[29], nos informa de las noticias que sobre vascos aparecen los años siguientes: desde la construcción de un frontón en Zacatecas “que quando no compita se semeja a la del Valle de Oyarzun en la provincia de Guipúzcoa” y el llamamiento a un partido, hasta la utilización de este periódico para difundir y vender ejemplares de libros tan señalados como Ensayo sobre la Nobleza de los Bascongados, para que sirva de introducción a la Historia General de aquellos pueblos, o La apología de la lengua Bascongada de Astarloa.
3. Vasco mexicanos: su fuerte unión a la patria mexicana
De todas formas no hay que perder de vista que estos mismos vascos, cuando los vemos actuar desde la RSBAP o desde el Consulado … tienen más interés que cualquiera en mejorar su nueva patria –México- en aportar las nuevas tecnologías, en demostrar a los peninsulares que en América también existía un importante desarrollo.
Paradigma de esta actitud fue Juan José de Eguiara y Eguren de familia de Guipúzcoa (originarios de Anzuola). Presidió como rector la Junta del año 1732 de la Cofradía de Aránzazu en la que se tomó el acuerdo de crear el Colegio de las Vizcaínas; Eguiara redacto personalmente las constituciones del colegio. Es decir, siendo un vasco comprometido con la ayuda a sus paisanos, con el desarrollo de las devociones de la patria. Al mismo tiempo[30] pertenece a una generación de humanistas caracterizada por un denominador común: amor a México, y destacado “nacionalismo mexicano”. Un nacionalismo que podríamos calificar como intelectual y que surge, en gran medida, como reacción a esos ataques y calumnias provenientes de Europa acerca de la inferioridad intelectual de los habitantes del Nuevo Mundo[31]. Por tanto, para reivindicar sus derechos en esos temas[32], y denunciar la injusticia, sus argumentos se centraron en resaltar el genio, los logros académicos, las publicaciones y el sistema educativo de los mexicanos[33].
Dentro de ese sentimiento nacionalista de tipo intelectual, Eguiara[34] tenía su propia concepción. El nacionalismo de Juan José de Eguiara, no conllevaba un ideal de independencia política, ni una crítica hacia la administración española…., no era un nacionalismo combativo, sino que era compatible con el cariño a España e incluso con el sentirse de alguna manera español[35], aunque diferenciaba claramente la sociedad española de la mexicana[36], a los españoles peninsulares de los españoles mexicanos.
El nacionalismo de Eguiara estaba apoyado en dos fundamentos: la cultura y la religión[37]. En efecto, para el lo que configuraba una nación y una sociedad, y, por tanto, lo que la diferenciaba de las demás, era su cultura y su espiritualidad: “…una sociedad no se debía apreciar solo por su cultura, por sus aciertos del pensamiento, sino también por la calidad moral y espiritual de sus componentes”[38]. Por esto Eguiara sintetizó el origen de la nación mexicana a través del análisis de su cultura, pero con un sustento espiritual o religioso.
Esto puede explicar las bases sobre las que los vasco mexicanos apoyaron su unidad y búsqueda de identidad, ya que aquí se está hablando de unos paisanos, de una patria chica … apoyados en su devoción, en su religiosidad. Así por ejemplo, usando el libro de Luzuriaga; se hace referencia, por tanto, a una tradición multisecular de unidad, que queda fortalecida después de la aparición de la Virgen. Es importante el salto al nivel religioso porque supone la existencia de la conciencia de esa particular ayuda entre ellos a la que dotan de una importancia mayor por su origen religioso (Recogido desde el texto de Luzuriaga y utilizado en diferentes sermones[39]).
En lo que se refiere a la cultura también encontramos libros que defienden la lengua y cultura vasca y sermones que así lo apoyan. A principios del siglo XVII las imprentas de Nueva España dieron a luz el libro de Baltasar de Echave que puede considerarse defensor de la lengua vasca y de las peculiaridades propias de sus gentes. Casi dos siglos después otro vasco-mexicano publicó una obra sobre las traducciones de los apellidos vascos, que aprovechó para defender la antigüedad e importancia del “idioma Bascongado”. Estas dos obras son fundamentales para desde un punto de vista intelectual para indagar sobre los fundamentos ideológicos del imaginario vasco[40] ha sido considerado uno de los apologistas vascos más importantes de su época. Su libro Discursos de la antigüedad de la lengua Cántabra Bascongada[41] se publicó por primera vez en México en 1607 y después fue reeditado muchas veces tanto en México como en la Península. José de Irigoyen debió terminar su obra en la última década del siglo XVIII. Se trata de la Colección Alfabética de Apellidos bascongados con su significación en castellano[42]. Una obra que en línea de continuidad con la de B. de Echave de comienzos del XVII, defiende el mismo tipo de ideas pero inscritas ahora dentro del ambiente intelectual de la ilustración como amor al pais, como amor a la patria.
Y en un sermón de1723 se nos dice:
“Sabemos que mientras en el mundo no huvo más que un lenguaje, no huvo más que un pueblo, y una nación en todo el mundo; luego que se dividieron en setenta y dos las lenguas, ya se segregaron las Naciones y se separaron los pueblos”[43]
Podemos considerar con cierta seguridad que el sentimiento de Eguiara[44] no era exclusivo suyo, el hecho de que en la capilla de Aránzazu se hubiera colocado la capilla de Guadalupe y otras devociones mexicanas y, por supuesto, el hecho de la cantidad de imágenes y capillas que se encargan construir a estas advocaciones americanas en las regiones de origen.
Es lo que Olaechea Labayen llama “el fomento del País mexicano”: “La sensibilidad e inquietud cultural y científica de la rama mexicana de la R.S.B.A.P. demuestra, por otra parte, el interés que embargaba a sus miembros en el fomento de las artes y de las ciencias con aplicaciones al País que les acogía en su seno. La Sociedad matriz nació con vocación de servicio al País, pero para los socios novohispanos el País no era únicamente el originario, sino el que pisaban y cuyo aire respiraban e incluso el que les permitía trabajar y prosperar”[45]

[1] La de este nombre fue la cofradía que, por sus constituciones, se reservó casi en exclusiva a los naturales e hijos de las provincias de Guipúzcoa y Álava, del señorío de Vizcaya y del reino de Navarra. Aunque la primera en América se fundó en Potosí, como hermandad se constituye en Lima en 1635 con la firma de 104 miembros, en su mayoría vizcaínos y guipuzcoanos (82), 9 navarros y 7 alaveses, además de los 6 originarios de la actual Cantabria (“cuatro villas de la costa de la Montaña”). Después aparece la de Arequipa, en 1660, y la de México en 1681, cuyas constituciones se aprueban en 1696, cuando se erige en cofradía, y en 1729. En Nueva España surgirán más adelante las cofradías de Aranzazu de Guadalajara (Aranzazú en América), Puebla, Zacatecas, San Luis Potosí y Sombrerete. Asimismo, en las Filipinas fue erigida la cofradía en ese siglo XVIII en el colegio de niños huérfanos de San Juan de Letrán, sito en Manila.
[2] E. Luque, La Cofradía de Aránzazu de México asentada en San Francisco el grane, pro manuscripto, p. 8, Ponencia presentada y en vías de publicación, en el I Congreso Internacional Arantzazu y los franciscanos vascos en América, Oñati, 11-14 de diciembre de 2001). Allí dice “A partir de 1730 la cofradía de Aranzazu amplió su red de relaciones desde la ciudad a distintos puntos de la Nueva España: los censos o préstamos de la Cofradía permiten seguir sus conexiones con comerciantes de Veracruz, Puebla, Valladolid (Michoacán); con los de Bajío (Guanajuato, Querétaro y San Miguel el grande); con el norte minero y ganadero: Zacatecas, Real del Monte, Durango, Chihuahua; con el Sur del comercio de la grana: Antequera (Oaxaca)”.
[3] El subrayado es mío.
[4] Con todo, lo más característico, si bien no exclusivo de los vascos, va a ser vivir estas devociones y canalizar afectos, intereses y recursos por medio de asociaciones de fieles con fines pío-benéficos y de asistencia o ayuda mutua, cohesión y solidaridad entre sus miembros, sin olvidar el importante papel socio-político que desarrollan en los lugares donde surgen. Nos estamos refiriendo a las cofradías que, bajo diversas advocaciones, se constituyen en gran número a lo largo de todo el continente americano durante estos siglos, y en particular a las establecidas bajo la protección de la Virgen de Aranzazu.
[5] José Miguel Aramburu Zudaire, José Miguel, Francicanos, franciscanismo y devociones marianas en la emigración navarra a Indias durante la edad Moderna, pro manuscripto, p., 11, Ponencia presentada y en vías de publicación, en el I Congreso Internacional Arantzazu y los franciscanos vascos en América, Oñati, 11-14 de diciembre de 2001)
[6] Oración panegírica en la magnífica, y solemne fiesta. Que en demostración de su affecto, devoción y lealtad, celebró la siempre ilustre y Noble Hermandad de Aranzazu, en Vizcaynos, Guipuzquanos, Alabeses y Navarros. A la Reyna de los Angeles. Andrea María de Aranzazu. El día octavo de su Assumpción Gloriosa a los Cielos: En el Convento de N.P.S. Francisco de México. Manifiesto Christo N. Bien Sacramentado, México, Viuda de Bernardo Calderón, 1683, 16 p. BNM, LAF, 1683, “pareceres”, p. 3v.
[7] Oración panegírica en la magnífica, y solemne fiesta. Que en demostración de su affecto, devoción y lealtad, celebró la siempre ilustre y Noble Hermandad de Aranzazu, en Vizcaynos, Guipuzquanos, Alabeses y Navarros. A la Reyna de los Angeles. Andrea María de Aranzazu. El día octavo de su Assumpción Gloriosa a los Cielos: En el Convento de N.P.S. Francisco de México. Manifiesto Christo N. Bien Sacramentado, México, Viuda de Bernardo Calderón, 1683, 16 p. BNM, LAF, 1683, primera página del texto del Sermón.
[8] Ana De Zaballa Beascoechea, Mentalidad e identidad de los vascos en México. Siglo XVIII. Una aproximación a su estudio, en A. Garrizt (dir.), Los Vascos en las regiones de México. Siglos XVI-XX, Vol. II, Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Históricas, México 1996.
[9] Los Sermones más ricos en este tipo de contenido son los tres siguientes: Oración panegírica en la magnífica, y solemne fiesta. Que en demostración de su affecto, devoción y lealtad, celebró la siempre ilustre y Noble Hermandad de Aranzazu, en Vizcaynos, Guipuzquanos, Alabeses y Navarros. A la Reyna de los Angeles. Andrea María de Aranzazu. El día octavo de su Assumpción Gloriosa a los Cielos: En el Convento de N.P.S. Francisco de México. Manifiesto Christo N. Bien Sacramentado, México, Viuda de Bernardo Calderón, 1683, 16 p. BNM, LAF, 1683; Sermón de la milagrosa aparición de la imagen santa de Aránzazu, que en la dominica infraoctava de la Assumpción de Nuestra Señora…, México, por la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio, 1685. BNM, LAF 1177; Sermón de la portentosa, y sin igual imagen de Nuestra Señora de Aranzazu, que predicó el R. P. Fr. Jvan Calderon Lector jubilado, ex-custodio de la Provincia del Santo Evangelio, Padre de la de Zacatecas y guardián actual del Convento de N. P. San Francisco de México, Casa Profesa de México, 23 de septiembre de 1695, México, por J. J. Guillena Carrascoso, 1695, BNM, LAF, 1120; Sermones de las Santísimas imágenes de Maria Señora Nuestra de Aranzazu y Begoña, 1703.. BNM, LAF, 1344.
[10] Sermón 1683, p. 16
[11] Juan de Luzuriaga Obispo en Nueva España, nació en Ozeta (Guipúzcoa) franciscano y en 1680 fue enviado a América para visitar y reformar los conventos franciscanos de México. Aperibay B., Efemérides del Santuario. El creador del Paraninfo Celeste, “Aránzazu”, XXI (1941)3. J. Ruiz de Larrinaga, Bibliografía retrospectiva. La primera historia de Aránzazu, en “Euskalerriaren Alde” XIII(1923)401-409. J. Vinson, Essai d'une bibliographie de la lengua basque, Maissonneuve, Paris 1891-1898. He utilizado la edición del Seminario de Filología vasca “Julio de Urquijo” de la Excelentísima Diputación Foral de Guipuzcoa, San Sebastián 1984
[12] Juan de Luzuriaga, Paraninfo celeste, historia de la mystica zarza, milagrosa imagen y Prodigioso Santuario de Aránzazu, de religiosos observantes de nuestro seráfico Padre San Francisco en la Provincia de Guipúzcoa de la región de Cantabria, en Madrid, por Juan García Infanzón, Año de 1690. La primera edición fue en México, Herederos de la Viuda de Bernardo Calderón 1686 y en 1690 Una nueva edición en San Sebastián en la Imprenta de Pedro de Huarte. Hay que llamar la atención de los tres lugares de edición: México, Madrid y San Sebastián.
[13] Se utilizó como libro de devoción entre los vascos de otras regiones (?) americanas un ejemplo aislado, pero que da idea de la generalización del libro, aparece en el testamento de un oñaitarra, Lázaro Umerez y Basauri, en el que se consigna “«un viejo libro de a folio entero, maltratado, de Nuestra Señora de Aránzazu». El libro según nuestras conjeturas, no era otro que el Paraninfo Celeste del P. Juan de Luzuriaga”, Cfr. J.I. Lasa, Tejiendo historia. Contribución a la pequeña Villa de Guipúzcoa, Col. Estudios, nº 7, San Sebastián, SGEP de la RSBAP, 1977, I, pp. 121-122. También publicado en “Aranzazu” XLVIII(1969)238-240.
[14] En la Biblioteca Nacional de México(BNM), colección Lafragua (LAF) se conservan muchos sermones publicados sobre San Ignacio; en concreto el volumen LAF 1143 contiene casi exclusivamente sermones sobre el Santo. Además podemos añadir algunos ejemplos como los siguientes: LAF1167 Sermón sobre San Ignacio, predicado por Francisco Esquejo en 1674, LAF 1143 Sermón San Ignacio, predicado por Martín de Rentería en 1682; LAF 1351, Sermón San Ignacio, predicado por Juan de Robles en 1685; LAF 1122, Sermón San Ignacio, predicado por Juan Antonio Pérez en 1723; LAF 1143, Sermón San Ignacio, predicado por Juan Antonio de Oviedo en 1725; LAF 1196, Sermón San Ignacio, predicado por J. Manuel Rodríguez en 1753, etc.
[15] Cfr. Sermón del Esclarecido y Glorioso Patriarca San Ignacio de Loyola… por Joan Antonio Pérez.., México 1723; BNM LAF 1143.
[17] Cfr. Sermón del Esclarecido y Glorioso Patriarca San Ignacio de Loyola… por Joan Antonio Pérez.., México 1723; BNM LAF 1143.
[18] Sermón del Esclarecido y Glorioso Patriarca San Ignacio de Loyola…cit.: devociones como “símbolos de origen”, p. 8.
[19] Sostiene la opinión contraria Alberto Alday apoyado a su vez en Torales : Alday Garay, Alberto, Pasado y presente de dos símbolos religiosos de la identidad vasca en América: Nuestra Señora de Aránzazu y San Ignacio de Loyola en México, por manuscripto, p. 5, Ponencia presentada y en vías de publicación, en el I Congreso Internacional Arantzazu y los franciscanos vascos en América, Oñati, 11-14 de diciembre de 2001); Torales Pacheco, Josefina María Cristina , Ilustrados en la Nueva España. Los socios de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Universidad Iberoamericana, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, I.A.P., México 2001, pp. 34-41.
[20] Esto se puede comprobar tanto en los sermones publicados en México por los jesuitas fuera del ámbito de los vascos, así como en los sermones sobre San Ignacio encontgrados en el Archivo Histórico de Loyola..
[21] Sí en cambio algún sermón sobre Santa Rosa de Lima: Archivo Histórico de Loyola (desde ahora AHL). Biblioteca-Sermones. 28 1 22: Sermones panegíricos de Santos, predicados por el P.M. Nicolás de Segura s.j. que fue impreso en Madrid en 1729.
[22] AHL 3/078 1-44 Es un libro de novenas y la séptima está dedicada a la Virgen de Aránzazu: “Novena a la prodigiosa imagen de María Santísima bajo la advocación de nuestra Señora de Aránzazu, Patrona de la Provincia de Cantabria, dispuesta por el presbítero D. Manuel Arcaya,exclaustrado observante del Seráfico Patriarca San Francisco, con un extracto histórico de su milagrosa aparición, vicisitudes y actual culto. La da a la luz el presbítero D. Elías Arregui, individuo de la comunidad de Aránzazu al tiempo de su expulsión en 1834, y en la actualidad Capellán mayor de la divina señora en su Santuario”, Vitoria, año 1850, Imprenta, litografía y libro de Egaña, 58 pp. En 4º.
[23] Olveda, Jaime, La Cofradía de la Virgen de Aránzazu de Guadalajara, El Colegio de Jalisco, Zapopan, Jalisco 1999.
[24] Olveda, Jaime, La Cofradía de la Virgen de Aránzazu…pp.22-23.
[25] Olveda, Jaime, La Cofradía de la Virgen de Aránzazu…pp. 24 y 25.
[26] Ibid. P. 26.
[27] Gazeta de México, año 1984, en 2 vols. Publicado por Rolston – Bain, México 1983 (la Editorial es de Windsor, Notario (Canadá) el vol 2 está editado en Windsor –México. Vol I, p. iii.
[28] Cada Gazeta da cuenta de las llegadas y salidas desde el puerto de VERACRUZ con todo su cargamento Cfr. Gazeta, miércoles 19 de mayo de 1784, p.83. En la Gazeta del 3 de noviembre de 1784 en el capítulo de México y dentro de él en “encargos” se dice: “habiendo faltado sucesor al Mayorazgo de Ondarza y Galarza que consta de nueve casas con sus tierras de siembra, y demás anexos, y un molino, sitas en la Villas de vergara y Anzuola, en la provincia de Guipúzcoa; y teniendo noticia de haber pasado a este reino ahora muchos años un hermano del que entonces poseía dicho Mayorazgo, y que este, sin embargo de haber fallecido había dejado tres hijos, se solicita saber si aún subsiste alguno de éstos o sus sucesores, para que calificando su origen, y demás circunstancias necesarias, entre en posesión y goce de esta renta”.
[29] Torales Pacheco, Josefina María Cristina , Ilustrados en la Nueva España. Los socios de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Universidad Iberoamericana, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, I.A.P., México 2001, pp. 48-50. las referencias que he anotado se encuentran en concreto: el martes 25 de enero de 1785, el martes 24 de diciembre de 1787 y el miércoles 19 de septiembre de 1804.
[30] Cfr. Zaballa Beascoechea, Ana de, Un uso nacionalista de la historiografía eclesiástica mexicana: el caso de Eguiara Eguren en J.I. Saranyana-E. De la Lama-M. Lluch-baixauli, Qué es la Historia de la Iglesia, Eunsa, Pamplona 1996, pp. 789-796.
[31] Cfr. Dorothy Tank de Estrada, Tensión en la Torre de Marfil. La educación en la segunda mitad del siglo XVIII mexicano, en Ensayos sobre historia de la Educación en México, El colegio de México, México 1985, pp. 27-99, p. 89: “El exponente más extremo de esa opinión fue el abate Cornelio de Paw, opinión que se generalizó en Europa, incluso entre los hombres cultos, como advertía a sus compatriotas el jesuíta exiliado Manuel Fabri “… en síntesis afirmaba a los lectores que: ‘Todos los propios de aquél país son más pequeños, más deformes, más débiles, más cobardes y más estúpidos que los del antiguo mundo y los que se trasladaron a él de otra parte, inmediatamente degeneraron…”.
[32] D.A. Brading, Siete sermones guadalupanos (1709-1765), Centro de Estudios de Historia de México Condumex, Chimalistac, Ciudad de México 1944: en esta monografía el Prof. Brading hace referencia al contenido patriótico de algunos sermones guadalupanos desde 1648 y, sobre todo, en el siglo XVIII. Ese nacionalismo intelectual se intensificó a final de siglo por motivos más políticos que culturales, como la pelea académica entre españoles y criollos, la política discriminatoria de empleos, y el contacto entre criollos y jesuitas exiliados. Los criollos, sin embargo, sintieron esa política, como ataques a su capacidad, y más concretamente a su capacidad intelectual.
[33] Dorothy Tank de Estrada, Tensión en la Torre de Marfil. La educación en la segunda mitad del siglo XVIII mexicano, p. 90-91.
[34] Francisco Javier Clavijero, uno de los humanistas más notables de la segunda mitad del XVIII, elogia a Eguiara justamente por el amor a su “patria”: “El Dr. Eguiara digno de perpetua memoria por su índole amabilísima, por su incomparable modestia, por su vasta literatura y por el celo con que trabajó hasta su muerte en servicio de su patria, nació en México a fines del siglo pasado.”Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, edición y prólogo del P. Mariano Cuevas, 4 vs. 2ª ed. México, Editorial Porrúa, 1958, Ils. mapas. En las Disertaciones p. 261. Citado por Ernesto de la Torre Villar, José de Eguiara y Eguren, teólogo novohispano, p. 337.
[35] Así, por ejemplo, considerando él como autores mexicanos a los que habiendo nacido en España vivieron y escribieron en México, acepta como válida la opiniòn contraria: “el lector no deberá extrañarse de ver calificados de mexicanos en nuestra obra a algunos escritores que otras bibliotecas registran como hispanos. Ambos criterios son igualmente exactos: son españoles, en efecto, si se atiende a su raza y sangre, pues lo fueron sus padres, y mexicanos, por haber nacido en suelo de Mexico o de la América mexicana”. Cfr. Juan José de Eguiara y Eguren, Prologos a la Biblioteca Mexicana, Nota preliminar por Federico Gomez Orozco; Versión española anotada, con un estudio biográfico y la bibliografía del autor, por Agustín Millares Carlo, FCF, México 19844, pp. 209-212.
[36] Eguiara diferencia claramente la sociedad mexicana de la española. Habla con frecuencia de la “nación mexicana”(“!Qué repelente orgullo, qué corazón tán áspero el de un hombre que no tuvo reparo en vilipendiar a toda una nación, de la que ningún daño había recibido”, (cfr. Juan José de Eguiara y Eguren, Prologos a la Biblioteca Méxicana, , p. 107.) y contrapone a los españoles americanos con los españoles europeos, o con los europeos: “Y esto ser así, sábenlo los europeos que nos han tratado”, (cfr. Juan José de Eguiara y Eguren, Prologos a la Biblioteca Méxicana, p. 161) .
[37] Así lo expresa, por ejemplo en el prólogo XX a su Biblioteca Mexicana cuando al hablar de los orígenes de México indica: “los españoles engendrados en América, traemos nuestro origen y estirpe de los nacidos en Europa,(…) ¿Quién, sino ellos, consagraron sus esfuerzos a levantar nuestra universidad y nos trajeron las órdenes religiosas, puesta la mira en hacernos partícipes de la fe y la piedad, a la par que de los estudios literarios? Injusto hubiera sido silenciarlo”. Cfr. Juan José de Eguiara y Eguren, Prologos a la Biblioteca Méxicana, p. 210.
[38] Ernesto de la Torre Villar, José de Eguiara y Eguren, teólogo novohispano, p. 342. Esto explica, entre otras cosas, que en su Biblioteca no se hubiera dedicado únicamente a los hombres doctos sino también a los virtuosos, pues, según su concepción, contribuyeron igualmente a construir una sociedad, un pueblo, lleno de excelencias y valores.
[39] BNM, R. 1143 LAF, Sermón del esclarecido y glorioso Patriarcha S. Ignacio de Loyola, Sermón 1723, Dedicatoria, p. 2 p. 15-16.
[40] F. Lopez Alen, Figuras guipuzcoanas. Baltasar de Echave, en “Euskal Erria” XLIV(1901)244-248.; J. Manterola, Baltasar de Echave y sus Discursos de la antigüedad de la lengua Cántabre bascongada, en “Euskal Erria”, VI (1882)46-52.
[41] Baltasar de Echave, Discursos de la antigüedad de la lengua cántabra Bascongada, Cõpuestos por Balthasar de Echaue, natural de la Villa de Çumaya en la Prouincia de Guipuzcoa, y vezino de México. Introducese la misma lengua, en forma una Matrona venerable y anciana, que se quexa, de que siendo ella la primera ~q se habló en España, y general en toda ella la ayan oluidado sus naturales, y admitido otras estranjeras,. Habla con las Prouincias de Guipuzcoa y Vizcaya, que le han sido fieles, y algunas vezes con la misma España, En México, en el Emprenta de Herrico Martinez. Año de 1607. Eiste otra edición realizada en Bilbao Imprenta Irurac-bat, Victor 1860. Utilizo la edición facsímil de la edición príncipe, edición separada de La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao 1971.
[42] José Francisco de Irigoyen, Colección Alfabética de Apellidos bascongados con su significación en castellano, México, Valdés 1809. He utilizado la edición de 1881 publicada en San Sebastian en la “Biblioteca Euskal Erria”: Colección Alfabética de Apellidos bascongados con su significación en castellano.Nueva Edición dada a luz por la dirección de la Revista Euskalerria, aumentada con varios interesantes apéndices de Astarloa, Hervás y otros escritores, San Sebastian 1881.
[43] BNM, R. 1143 LAF, Sermón del esclarecido y glorioso Patriarcha S. Ignacio de Loyola, Sermón 1723, pp.2-3.
[44] La unión entre la cultura, la religión y la nacionalidad viene también expresada en el título de la obra: “Biblioteca mexicana o sea historia de los varones eruditos que habiendo nacido en la América septentrional o visto la luz en otros lugares, pertenecen a ella por su residencia o estudios y escribieron alguna cosa no importa en qué idioma; y en especial de aquellos que se han destacado por sus hechos insignes o por cualquier clase de obras, impresas o inéditas, encaminadas al progreso y fomento de la fe y piedad católicas” Cfr. Juan José de Eguiara y Eguren, Prologos a la Biblioteca Méxicana, p. 206.
[45] Olaechea Labayen, Juan B., Aportación científica y literaria de los socios mexicanos de la Bascongada, en IV Seminario de Historia de la RSBAP en México, Real Sociedad de los Amigos del País, Donostia-San Sebastián 1994, tomo II, pp 699-727, p. 704.

martes, 2 de octubre de 2012

Arantzazuko Andre Mariaren Kofradia: Mexico



El convento grande de San Francisco de la Ciudad de México
Autor:
Raúl Nieto García
Maestro en Arquitectura.
Profesor de la Facultad de Arquitectura, UNAM

Se han iniciado los trabajos para recuperar parte de lo que fuera el conjunto conventual de San Francisco, el primero y uno de los más importantes de la capital de la Nueva España. Raúl Nieto hace un recorrido por la historia de este convento y el arquitecto Jaime Ortiz Monasterio presenta para Bitácora su propuesta de intervención.
Enclavado en el corazón de la Nueva España, el conjunto conventual de San Francisco fue sede de la primera fundación religiosa que se asentó en este virreinato, así como el primer centro educativo y cabeza del Santo Evangelio de México. Desde el siglo XVI y a lo largo de una trayectoria que remonta los tres siglos de existencia, este vasto complejo arquitectónico llegó a ocupar una superficie de treinta y tres mil metros cuadrados cuyos vestigios dan cuenta hoy de su inobjetable importancia (1). Sólo restos del primitivo atrio con la portería de acceso y el muro de la biblioteca -reconstruidos-, la arcada del claustro principal -hoy templo metodista-, el templo grande con la capilla de Balvanera, construida en el siglo XVIII sobre el acceso de la puerta porciúncula (2) -ambos abiertos al culto católico—, la puerta de acceso norte sobre la actual calle de Francisco I. Madero y los restos del edificio donde se ubicaron las capillas de San Antonio y del Calvario permanecen, hasta nuestros días, como testimonio de la grandeza de la obra franciscana que culminara con el derribo de los conventos e iglesias decretado por las Leyes de Reforma "...para mejora y embellecimiento de la capital de la República..."
En la actualidad, el Fideicomiso del Centro Histórico de nuestra ciudad, como promotor principal del proyecto de intervención, avalado por importantes autoridades como el Gobierno del Distrito Federal, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Dirección de Sitios Patrimoniales y Monumentos del Distrito Federal y el Consejo del Centro Histórico de la Ciudad de México, han iniciado acciones de rescate urbano que pretenden recuperar un sector de este espacio histórico que fue fraccionado, mutilado y vendido en la segunda mitad del siglo XIX y en los inicios del siglo XX. Dicho proyecto contempla una propuesta integral donde se pretende ejecutar varias obras entre las que destacan: la realización de construcciones contemporáneas que se adapten al patrón arquitectónico permisible, la preservación de edificios construidos en el último siglo y que hoy ya son un hito representativo en la historia de la ciudad, como lo son el "Edificio Rule" y el edificio de la Compañía de Seguros Latinoamericana, mejor conocido como "Torre Latino" y, la acción tal vez más ambiciosa, la rehabilitación del atrio del convento. Se ha contemplado que éste vuelva a ser un espacio vivo, con la expectativa de recrear una lectura, tal y como la tuviera en el virreinato y parte del México Independiente, habilitando la superficie del atrio como plaza al interior de la manzana donde se establecerán giros que permitan rehabilitar las áreas que serán restauradas del antiguo Edificio Rule (3) y de lo que fue el hotel Guardiola (4). De igual manera, y como concepto culminante de la intervención, se buscará restaurar la fachada poniente, reintegrando la portada y la torre al templo grande, mismas que fueron destruidas y de las cuales se tienen datos muy precisos para efectuar su reposición.
La historia de esta institución va íntimamente ligada con el desarrollo histórico que tuvo el país a partir de la colonización española, siendo el convento de San Francisco, además de una congregación religiosa de gran prestigio, un centro cultural fundamental para la educación y formación de la Nueva España.
La fundación del convento se remonta al año de 1524, poco después de consumada la caída de la capital mexica, con el arribo de "los doce", que eran miembros de la Orden de Frailes Menores de Observancia, a cuyo mando venía fray Martín de Valencia. Este grupo se unió a sus antecesores Fray Pedro de Gante, Fray Juan de Ayora y Fray Juan de Tecto, franciscanos arribados un año antes a las nuevas tierras conquistadas.
El convento se comenzó a edificar en la orilla poniente de la ciudad a expensas de Hernán Cortés y de algunos pueblos indígenas, dirigidos por el cacique de Texcoco Ixtlilxóchitl, quienes contribuyeron en la edificación aportando éstos mismos los materiales para la construcción, como lo menciona Kubler5 al referirse a los indígenas constructores en los inicios de la conquista. En 1525, los religiosos tomaron posesión del solar que se les asignó para la fundación de su monasterio, mismo solar en donde se supone, se ubicó el zoológico o "casa de las fieras" de Moctezuma.6 En este mismo año se edificó el templo primitivo; fue el primero que hubo en México y al cual, más adelante, se le conocería como "iglesia grande".
Según Toussaint,(7) en el presbiterio de este templo se construyó la primera bóveda de la Nueva España, obra de un maestro cantero de Castilla.
Anexa al templo, estuvo la primera capilla fundada hacia 1527 por el primer educador de la Nueva España, fray Pedro de Gante, y conocida como de San José de los Naturales o San José de los Indios. Según el ya citado padre Betancourt, fue la iglesia de San José la primera "parroquia de indios" del continente americano y la primera escuela de doctrina cristiana. En ella se celebraron el primer Concilio Mexicano y las primeras confirmaciones. Fue demolida en 1791 para construir en su lugar la capilla de los Siervos de María o de los Servitas. De esta última existe un grabado que muestra su lamentable destrucción para abrir la actual calle de Gante en el mes de febrero de 1862.(8)
Es interesante cómo para mediados del siglo XVI, el convento se limitaba a unas cuantas construcciones. Cervantes de Salazar, en sus famosos "diálogos", nos describe la propiedad franciscana como un muy agradable sitio, irrigado por dos acequias que lo limitaban al poniente9 y por el sur y el oriente,10 que permitían que los religiosos contaran con un magnífico huerto.
Debido al notable incremento de las actividades desarrolladas en esta sede franciscana, las adaptaciones y ampliaciones eran por fuerza necesarias. El primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, costeó antes de su muerte en 1548, los gastos para la construcción de la enfermería, celdas y un claustro con fuente y para finales del siglo de la conquista, el conjunto conventual fue reedificado, una vez más, ahora por el arquitecto fray Francisco de Gamboa; sin embargo, debido a las continuas inundaciones que sufría la ciudad, el inmueble se fue deteriorando. A mediados del siglo XVII, el fraile Buenaventura de Salinas realizó importantes obras en las cuales demolió buena parte de las obras del siglo anterior que ya presentaban daños, edificando éste una enfermería y un nuevo claustro.
Posteriormente, ya en el siglo XVIII, se desarrollará una intensa actividad constructiva en general, pues fue el período en el cual se edificaron los espacios definitivos del convento, tal y como aparecen en el plano publicado por Antonio García Cubas en su obra El Libro de mis Recuerdos. También en este siglo el claustro fue intervenido, esta vez por el maestro cantero Antonio de Rojas, culminando los trabajos en el mes de diciembre de 1701. El 4 de noviembre de 1710 los arquitectos Feliciano Cabello, Diego de los Santos y Manuel Martínez de Herrera iniciaron la construcción de un nuevo templo, siendo los dos primeros, de acuerdo con Tovar y de Teresa, autores de la portada de la fachada poniente. Como era de esperarse, después de realizada esta gran edificación, la antigua "iglesia grande" quedó entonces como capilla dedicada a San José.
La obra del templo fue entregada el 3 de diciembre de 1716. Para esos años, los franciscanos no escatimaron ya en elegir a los mejores artistas para trabajar en el convento. El arquitecto Pedro de Arrieta fue uno de ellos, pues realizó obras considerables sobresaliendo la escalera principal y la reconstrucción de la capilla de la Tercera Orden Franciscana.
A mediados del siglo XVIII la grandeza del convento era ya notable. Contaba con nueve dormitorios, trescientas celdas distribuidas alrededor de dos claustros y dos refectorios con una capacidad para quinientos religiosos. Anexa a éste, existió la sala de profundis, la cual García Cubas describe en su obra ya citada como de "dimensiones extraordinarias".
En lo que se refiere a capillas, según el plano mencionado, en el convento existieron once para el siglo XIX. Éstas fueron la de San José de los Naturales que, como ya se mencionó, fue fundada en el siglo XVI y dos siglos y medio después fue construida en su lugar la capilla de los Servitas. La de la Tercera Orden de San Francisco, dedicada a San Luis Rey de Francia, que fue reconstruida y dedicada en 1727. En el retablo mayor de esta capilla trabajó el célebre Gerónimo de Balbás. La de San José de los Españoles, construida por el gremio de los panaderos al poniente del atrio, la cual a finales del siglo XVIII fue conocida como del Señor de Burgos. Adosada al templo grande de San Francisco por el lado de la epístola, se encontraba la capilla de la Purísima Concepción, la cual se construyó a expensas de Cristóbal de Zuleta en 1629. Los vascos edificaron dos capillas a nuestra Señora de Aránzazu; una en el descanso de la escalera principal, en el interior del convento, y otra, mayor, al norte del conjunto.(13) La capilla de la segunda y tercera estación -del vía crucis- construida por el arquitecto Marco Antonio Sobrarías gracias al patrocinio de don Cristóbal de la Plaza y Jaén, subsistió hasta el siglo XVIII y formaba parte de las catorce del Calvario (14), que ocupaban el centro de la actual avenida Juárez y llegaban hasta el convento de San Diego. En el extremo sur poniente del conjunto se ubicaron dos capillas más: la del Calvario en la planta baja y la de San Antonio en el piso superior, obra de Miguel José de Rivera realizada en 1740. Este inmueble milagrosamente existe y puede observarse en la esquina noreste del Eje Central y de la calle Venustiano Carranza. Finalmente, la capilla de Balvanera -actualmente dedicada a la Virgen de Guadalupe- adosada al costado norte del templo grande y cuya portada churrigueresca, atribuida por algunos a Lorenzo Rodríguez, fue adulterada al perder las imágenes a finales del siglo XIX cuando el templo grande fue cedido al culto protestante.
Naturalmente, el convento contó con otras dependencias además de las ya mencionadas y que fueron construidas en diversas épocas, tales como el claustro exterior (15), biblioteca, portería, celdas de los capellanes titulares de algunas capillas, claustro principal, cocina, antesacristía, jardín y panteón, patio del noviciado, santa escuela, galería y capilla de la enfermería, celdas, patio de los diversos departamentos, bodegas y almacenes necesarios al servicio de tan grande edificio.
Lamentablemente para los religiosos y para su convento, en 1856 el mayor Vicente Pagaza del "cuerpo de nacionales" y batallón Independencia, presume el descubrimiento de una conspiración en contra del gobierno. El presidente Ignacio Comonfort expidió un decreto que suprimió la orden y dispuso la apertura de una calle que dividió al convento en dos partes, prolongando el callejón de Dolores hasta San Juan de Letrán. Estas obras demolieron la enfermería, la cocina, varias celdas y parte de la huerta del convento, procediendo así a la ocupación de los terrenos para su "utilidad pública". Este decreto de Comonfort suprimió el convento y declaró bienes nacionales los que hasta ese entonces le habían pertenecido, exceptuando el templo grande y las capillas, que con sus vasos sagrados, paramentos sacerdotales, reliquias e imágenes, quedaban a disposición del arzobispo para que continuara destinándolos al culto.
En virtud de algunos acuerdos gestionados por los sectores liberal y conservador, los religiosos regresaron nuevamente al convento, en la parte que fue designada por las autoridades conservándose para ese entonces además del templo principal, las once capillas, ocho órganos, multitud de pinturas, esculturas y diversos objetos de gran valor. Sin embargo, a raíz de las leyes de Reforma, la orden fue suprimida en México definitivamente. El 27 de diciembre de 1860, los franciscanos fueron exclaustrados, ante la impotente presencia de los ciudadanos que durante tanto tiempo les profirieron singular afecto. En 1861 el templo grande fue cerrado al culto y fue desmantelado destruyéndose buena parte de sus retablos, así como las tribunas y la sillería del coro. Algunas de las obras que poseía fueron trasladadas a la Academia de Bellas Artes para su custodia.
Por estas fechas se inició también la destrucción de otra parte del convento y la demolición de la capilla de los Servitas para prolongar la calle de los Betlemitas hacia el sur (16). La torre campanario fue privada de sus campanas y el convento fue dividido en doce lotes, mismos que fueron rematados en subasta. En 1866, Giuseppe Chiarini decidió instalar un circo en el claustro, abriendo una comunicación hacia la calle de Gante. Estas obras fueron realizadas por el arquitecto Luis G. Carrillo y utilizó como caballerizas el interior del templo grande. El circo no prosperó y sus propietarios enajenaron la posesión a James Sullivan, quien a su vez, lo vendió a la Compañía de la Iglesia Episcopal de Nueva York.
Sería inútil enunciar el número de viviendas que se construyeron o habilitaron en su caso, producto de la lotificación del gran inmueble. Pero, es importante mencionar que se realizaron otros cambios sustanciales, modificando el destino inicial de los espacios. Por ejemplo, en 1866 se instaló el Hotel Jardín en una parte de lo que fuera precisamente el jardín y huerto del convento. La capilla de San Antonio fue transformada para servir como habitación del administrador de dicho hotel. En 1894, después de ser utilizado como templo protestante, el templo grande fue adquirido nuevamente para restablecer el culto católico. El arzobispo de México, Próspero María Alarcón lo entregó a los jesuitas quienes lo ocuparon casi cincuenta años, realizando, por supuesto, algunas modificaciones en el interior del templo, propiamente en el área del coro. Hasta el año de 1931, fueron declarados monumentos históricos por la H.  Comisión de Monumentos: el templo grande de San Francisco, así como aquellas construcciones que formaron parte del convento. Debido a esta oportuna declaración, lo poco que quedó de aquella construcción conventual puede ser observado hasta nuestros días. En los últimos años de la década de los cuarenta y después de efectuarse importantes gestiones por parte del Arzobispo de México Luis María Martínez, el inmueble fue cedido por los jesuitas a sus genuinos propietarios, los religiosos franciscanos, quienes encargaron en el año de 1949, los trabajos de restauración, reintegración y especialmente reestructuración, a los arquitectos José Luis y Bernardo Calderón. En septiembre de 1985, los eventos sísmicos del 19 y 20, dañaron seriamente algunos de los inmuebles ahí ubicados. La construcción que ocupaba parte de lo que fue la biblioteca y el claustro exterior se colapsó. El inmueble vecino, conocido como "El Edificio Rule", también. Desde entonces, este último permaneció desalojado y prácticamente abandonado hasta hace pocos meses, en que fue adquirido por el Gobierno del Distrito Federal para realizar el proyecto ya mencionado. Igual suerte corrió el Hotel Guardiola, dañado también de gravedad en esas fechas. En los trabajos recientes de demolición, se aprecian claramente algunos de los muros antiguos que correspondieron a las capillas del Señor de Burgos y de la Tercera Orden de San Francisco, mismos que serán liberados para su preservación.
Han pasado ya 476 años de la fundación y 139 de la desaparición del convento grande de San Francisco. Finalmente se ejecutarán acciones del rescate de una parte de este monumento que, si bien resultaría imposible realizarlo en toda la superficie que ocupó tan vasta edificación, si al menos pretende rehabilitar un sector muy representativo del inmueble del siglo XVIII y primera mitad del XIX. Ahora, si bien el proyecto de intervención manifiesta una importancia relevante por lo que el convento representó y significó históricamente, no ha faltado quien ha denominado esta intervención como recuperación de "falsas fachadas originales" o peor, rescate de "piedras viejas que ningún ser vivo actual conoció ni recuerda". En respuesta, es necesario mencionar que los inmuebles catalogados como monumentos históricos se intervienen y restauran con objeto de preservarlos para la memoria.
Es indudable la grandeza del convento y de los que ahí habitaron ejerciendo sus preceptos y dando su vida por la fe. Ahora bien, no fue el único centro religioso en el que se hayan realizado tantas obras y al cual se le deba tanto; pero sí fue el primero. Posiblemente nos ocuparemos más tarde de los otros. Para concluir, citaré a Ezequiel Chávez, biógrafo del Padre Gante quien, en honor al convento y especialmente a la obra de los insignes personajes que ahí habitaron, escribió: "En verdad, sin embargo, es testigo de la grandeza el polvo que está bajo el duro piso de asfalto y en el que se mezclan impalpables las tenues partículas, transformadas ya, de los cuerpos admirables de los que ahí abrieron los cimientos de la civilización del Nuevo Mundo y que allí llamaron a las razas antiguas y a las nuevas para hacer de sus almas enemigas una sola alma armónica; es polvo sagrado".©

Agradecimientos
Se agradece profundamente al Dr. Rene Coulomb Bosc, Director General del Fideicomiso del Centro Histórico y al Arq. Jorge J. Jesús Carrillo, Director de Desarrollo Urbano y Vivienda del Fideicomiso del Centro Histórico, por su amable y desinteresada gentileza al permitir la consulta de la documentación histórica del inmueble así como la referente al proyecto arquitectónico de intervención y rescate. De igual manera, al fotógrafo Arq. Bernardo Fuchs Modiano, quien amablemente proporcionó las imágenes  del estado actual del monumento. A los Maestros en Arquitectura José Luis Calderón Cabrera y José Manuel Mijares y Mijares por la asesoría sobre las intervenciones y los datos históricos del inmueble en el siglo XX el primero y del origen del convento y desarrollo en el virreinato el segundo. Finalmente, al Doctor en Arquitectura Alejandro Villalobos Pérez, por la valiosa asesoría general y revisión del documento original.
01 Las referencias actuales para delimitar el convento serían: Al norte, el tramo de la actual calle de Madero, que va desde la Torre Latino hasta el edificio de la High Life, en el cruce con la calle de Gante. Al sur, el tramo de la calle de Venustiano Carranza; desde el edificio de "Las Capillas" -Librería del Pórtico- hasta el cruce con Gante. Al oriente, los lotes inmediatos de la calle de Gante. Finalmente al poniente, el tramo del Eje Central, antes San Juan de Letrán, que va de la Torre Latino hasta el edificio de "Las Capillas"-Librería del Pórtico-.
02 Puerta lateral ubicada en el costado norte de los templos franciscanos edificados en el siglo XVI.
03 Construido sobre los restos de la capilla del Señor de Burgos.
04 Asentado sobre lo que fue la capilla de la Tercera Orden de San Francisco.
05  George Kubler. La Arquitectura. Mexicana del Siglo XV], Fondo de Cultura Económica, p. 146.
06 Alfonso Toro. La Cantiga de las Piedras, Editorial Patria, p. 514.
07 Manuel Toussaint. Arte Colonial en México, UNAM e Instituto de Investigaciones Estéticas, p. 11.
08 Manuel Ramírez Aparicio. Los Conventos Suprimidos en México, Ed. Innovación, lámina entre págs. 200 — 201.
09 Por el actual Eje Central.
10 Calles de Venustiano Carranza y Gante.
11 Antonio García Cubas. El Libro de mis Recuerdos. Ed. Arturo García Cubas, Hermanos Sucesores. ~
12 Guillermo Tovar y de Teresa. La Ciudad de los palacios: Crónica de un Patrimonio Perdido, Ed. Vuelta, p. 15.
13 En este sitio se encuentra ahora el templo de San Felipe de Jesús.
14 Guillermo Tovar de Teresa. Op. Cit., p. 15..

Arantzazuko Andre Mariaren Kofradia: Mexico


Fray Juan de Zumárraga
y la Virgen de Guadalupe
¿Negó Zumárraga la Aparición? ¿Escribió o no sobre la misma?
POR JESÚS HERNÁNDEZ
(Marzo 2009)

Breve Introducción
He tenido el interés de escribir este artículo, motivado por la popularidad y difusión del "brillante" descubrimiento de algunos enemigos de la Aparición Guadalupana, afirmando que Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, y a quien el Nican Mopohua se refiere como el destinatario inmediato del mensaje de la Virgen, nunca mencionó tal suceso en sus escritos, y aun lo negó explícitamente.
Tal ataque a la veracidad de la Aparición, como un hecho histórico, es repetido con constancia en discusiones, debates y artículos sobre la Aparición Guadalupana, y si juzgara por mis experiencias en ese tipo de debates, es una suerte de "argumento favorito" de la mayoría de antiaparicionistas.
¿Pero de dónde sacan ellos tal argumento? Pues fácil. Los antiaparicionistas deben ese "descubrimiento" al historiógrafo y sabio Joaquín García Icazbalceta, de quien tanto hemos hablando en esta Investigación. Yo debo a mi vez al articulista protestante Daniel Sapia el conocimiento de este argumento; y debo confesar que al analizarlo, estuve MUY cerca de dejar de creer en la Aparición Guadalupana, pues si algo genera el argumento del "silencio de Zumárraga", es DUDAS sobre la Aparición.
Sólo que una vez puestos a dudar, yo DUDO de TODO, y así dudé también del mismo argumento que me presentaban. ¿Será cierto?, me pregunté... y ¿Qué dirán sobre ese argumento los defensores guadalupanos que en su momento tuvieron que enfrentarse a Icazbalceta?... preguntas de ese tipo me llevaron a ampliar mi estudio, y ahora quiero compartir con mis lectores un poco de lo que he estudiado al respecto.
He ahí, pues, mi OBJETIVO al escribir este pequeño artículo: Proveer de información y respuestas a quienes se lancen -como me lancé yo- a defender lo que constituye para muchos una prueba de la misma existencia y el actuar de Dios en el mundo: la Aparición Guadalupana. La falta de respuestas y datos guadalupanos en mi fuente de investigación inmediata (Internet), me costó estar a un dedo de renegar de mi fe guadalupana. Quiero contribuir a evitar tal cosa a futuros apologistas guadalupanos. Y este objetivo lleva consigo una segunda cara: el motivar a reflexión y análisis a los que niegan el Milagro, queriendo promover en unos y otros la actitud de no adoptar posturas sin antes realizar un análisis a fondo.

¿Zumárraga negando la Aparición?
No expondré yo el argumento. Cedo para ello la palabra a quien por primera vez lo escribió, esto en el año 1883; hable Don Joaquín García Icazbalceta:
El primer testigo de la Aparición debiera ser el Ilmo. Sr. Zumárraga, á quien se atribuye papel tan principal en el suceso y en las subsecuentes colocaciones y traslaciones de la imagen. Pero en los muchos escritos suyos que conocemos no hay la más ligera alusión al hecho ó á las ermitas: ni siquiera se encuentra una sola vez el nombre de Guadalupe. Tenemos sus libros de doctrina, cartas, pareceres, una exhortación pastoral, dos testamentos y una información acerca de sus buenas obras. Ciertamente que no conocemos todo cuanto salió de su pluma, ni es racional exigir tanto; pero si absolutamente nada dijo en lo mucho que tenemos, es suposición gratuita afirmar que en otro papel cualquiera, de los que aun no se hallan, refirió el suceso.
En las varias Doctrinas que imprimió tampoco hay mención del prodigio. Lejos de eso, en la Regla Cristiana de 1547 (que si no es suya, como parece seguro, á lo menos fué compilada y mandada imprimir por él) se encuentran estas significativas palabras: "Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester, pues está nuestra santa fe tan fundada por tantos millares de milagros como tenemos en el Testamento Viejo y Nuevo". ¿Cómo decía eso el que había presenciado tan gran milagro?...
Tomado de: GARCíA ICAZBALCETA JOAQUíN, Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México (Pub. de 1896)
En solitario, éste argumento puede constituir un verdadero martillazo sobre la fe en la Aparición Guadalupana. Yo, como dije, pasé por ello. Y efectivamente, este argumento echaría por tierra la historicidad del suceso guadalupano, siempre y cuando cumpliera con DOS condiciones:
-Ser, efectivamente, texto de letra y puño de Fray Juan de Zumárraga, y
-Tener el sentido que los antiaparicionistas le dan; esto es, el negar la posibilidad de Milagros, en el siglo XVI
¿Cumple el escrito con las condiciones? Para responderlo, en vez de exponerlo yo, cedo la palabra al Lic. Primo Feliciano Velázquez, abogado, historiador y nahuatlato, que en conocimientos es capaz de competir con el mismo Icazbalceta, y quien respondió a aquel impugnador. Expongo aquí lo que sobre tal punto responde Velázquez:
Al señor García Icazbalceta le parece seguro que la Regla Cristiana de 1547 no es del señor Zumárraga. Quienquiera que compare su estilo con el de las cartas publicadas en 1885 y 1919, empezará por dudarlo, y acabará por negarlo, leyendo en el colofón que fue impresa por mandato de su señoría, a quien la congregación de obispos encomendó "la compilación, examen e impresión della".
De haber sido su autor, no necesitaba examinarla; siendo compilador, sí.
Tiene en verdad líneas de su mano, pero confirman lo que sostenemos: "quise ofrecer mi pequeño talento de lo copilar".
Sin embargo, de la Regla saca en apoyo de su tesis el señor García Icazbalceta estas significativas palabras: "Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester, pues está nuestra santa fe tan fundada por tantos millares de milagros como tenemos en el Testamento Viejo y Nuevo". Y se pregunta ufano: "¿Cómo decía eso el que había presenciado tan gran milagro?". Pero si el señor Zumárraga no dijo eso, ¿qué admiramos? Escrita la Regla para gentes de fe arraigada, no se adapta a los recién convertidos: prueba de que, en efecto, fue compilada.
Las palabras que en ella preceden a las copiadas son éstas: "No debéis, hermanos, dar lugar a los pensamientos y blasfemias del mundo, el cual tienta a las almas, para que deseen ver por maravillas y milagros lo que creen por fe". Y el párrafo en que unas y otras se hallan, termina así: "No queráis, como Herodes, ver milagros ni novedades, porque no quedéis sin respuesta". Se refiere a milagros deseados o pedidos curiosamente por quienes saben que los apóstoles y sucesores solían obrar maravillas para propagar el Evangelio.
No fue escrito para los que tal ignoran. Ni es creíble que de suyo asentara el prelado en las Indias Occidentales que el Redentor del mundo no quería ya que se hicieran milagros, a la sazón que el taumaturgo San Francisco Javier los multiplicaba en las Indias Orientales. Y sin ir tan lejos, el ilustre Motolinía, uno de los doce franciscanos primeros que cristianaban esta tierra, en su Historia de los Indios, compuesta durante los años de 1536 a 1541, refiere entre otros milagros el que recibió de fray Pedro de Gante, y fue la resurrección del niño Ascensio en Atlacuihaya (Tacubaya): "causa de que muchos se edificasen más en la fe y comenzaron a creer los otros milagros y maravillas que de Nuestro Redentor y de sus santos se les predican". ¿Podía pensar el primer obispo de México que en el principio de esta conversión renunciaría el Altísimo a las patentes demostraciones de su poder y a la directa manifestación de su gloria?
Tomado de: VELáZQUEZ, PRIMO FELICIANO, La Aparición de Santa María de Guadalupe Edit. JUS, edición facsimilar de la primera edición de 1931, 1981.
Antes que el Lic. Velázquez, el obispo de Cuernavaca D. Fortino Hipólito Vera refutó la Carta de Icazbalceta, escribiendo para ello una Contestación histórico-crítica, en la que sobre el punto que nos ocupa (Zumárraga "negando" la Aparición), dice Vera en las páginas 37-38 de su obra:
"Vendrían a ser falsos los milagros que menciona Fray Julián Garcés en su Carta de 1534 a Paulo III; los que narra Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana y todos los que en dieciséis siglos reconoció la Iglesia, para oficio propio. ¿Es capaz Zumárraga de tamañísimo error?
Bien mirado, al argumento se puede responder así:
-Ese texto no es de fray Juan de Zumárraga, pues él simplemente lo compiló.
-Pero, aun de ser de Zumárraga el texto, no podría sacarse de él el significado que saca Icazbalceta, pues en milagros reales, por obra de Dios, bien que creía y creían todos los cristianos de su época. No así en los milagros pedidos por mera curiosidad o morbosidad, que es a los que el texto se refiere, como se ve por líneas posteriores.
NOTA - sobre la insistencia de los modernos impugnadores en este argumento -
Este argumento de Icazbalceta lleva ya décadas refutado, pero aun hoy día, sigue siendo repetido, con insistencia, en diversos círculos antiaparicionistas. Particularmente me llama la atención el siguiente ejemplo:
A finales del siglo XX, y con motivo de la inminente canonización de Juan Diego, un grupo de prelados y estudiosos mexicanos enviaron al Vaticano cartas pidiendo postergar la misma, por no haber, a su juicio, elementos para considerar personaje histórico al vidente indígena.
El p. Manuel Olimón Nolasco publicó varias de esas cartas en su libro La búsqueda de Juan Diego, obra de 2002, y en una carta del 9 de marzo de 1998, los firmantes expresan lo siguiente:
El vacío histórico documental de más de un siglo sigue en pie: el silencio total de los primeros misioneros en relación con la historicidad no ha cambiado: desconocen completamente el supuesto hecho, vg. fray Juan de Zumárraga, testigo número uno del Acontecimiento, ya que según la narración Nican Mopohua, al desenvolver su tilma el indígena, ante él apareció la imagen de Nuestra Señora y la veneró de rodillas.
Sin embargo, 16 años después, en el Catecismo "Regla Cristiana breve" (1547), afirmó: "Ya no quiere el Redemptor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester; pues está nuestra sancta fe, tan fundada por tantos millares de milagros como tenemos en el testamento viejo y nuevo..."
Tomado de: OLIMóN NOLASCO, MANUEL, La búsqueda de Juan Diego, Plaza&Janés 2002, p. 169
Entre los firmantes de tal carta está el doctor Xavier Noguez, autor de una tesis doctoral de tendencia antiaparicionista llamada Documentos guadalupanos, un estudio sobre las fuentes de información tempranas en torno a las mariofanías del Tepeyac, de 1993 (es decir, anterior a la carta de 1998 que firma como autor junto con otras personas). Pues bien, véase la bibliografía del libro de Noguez, y se verá citado ahí el libro de Primo Feliciano Velázquez que hemos citado.
Me resulta extraño que alguien que leyó a Velázquez y lo citó como bibliografía, firme después una carta donde se repite el argumento refutado por Velázquez. Porque refutado está, como hemos mostrado.

Un sacerdote bajo juramento
No hay investigador guadalupano que no haya estudiado, o por lo menos, escuchado, sobre las Informaciones jurídicas de 1666; interesante compendio de testimonios de indios y españoles sobre el suceso guadalupano. Tal proceso se realizó de manera formal para reunir información con la cual pedir a Roma misa y oficio propios de Ntra. Sra. de Guadalupe. Para ampliar el tema se puede consultar el artículo principal: Las Informaciones de 1666.
Por ahora, el tema que nos ocupa se referirá a uno de los testigos de dicho proceso, el presbítero Miguel Sánchez. Sacerdote criollo, y guadalupano de hueso colorado, él escribió, en 1648, un libro que se convirtió en un best-seller (Imagen de la Virgen María Madre de Dios Guadalupe); y a partir de la publicación de su libro, la devoción guadalupana se extendió mucho más, al punto que algunos antiaparicionistas lo catalogan de "inventor de las apariciones".
En fin, eso es tema para otro artículo. Ahora nos interesa que en 1666, Miguel Sánchez fue uno de los testigos del proceso, y luego de jurar decir la verdad, testificó, entre otras cosas, que existieron una vez autos originales de la Aparición (que habría hecho Zumárraga en persona), y que de ello tenía noticia por el Lic. Bartolomé García y éste por el deán Alonso Muñoz de la Torre.
Esto es lo que escribieron los que redactaron el texto de las Informaciones de 1666:
"Y juntamente tuvo noticia este testigo, por habérsela dado el dicho Licenciado Bartholome García de que le había dicho el doctor don Alonso Muñoz de la Torre, Deán que fue de esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de que habiendo ido a visitar al Ilustrísimo señor Arzobispo don fray García de Mendoza de la Orden de San Jerónimo, que a lo que se acuerda gobernaba este Arzobispado por los años de seiscientos y uno, y había visto que Su Señoría Ilustrísima estaba leyendo los autos y proceso de dicha aparición, con singular ternura, y que así se lo había manifestado y declarado a dicho Señor Deán".
Tomado de: INFORMACIONES DE 1666, facsímil del original con traslación, en CHáVEZ SáNCHEZ Eduardo, La Virgen de Guadalupe y Juan Diego en las Informaciones Jurídicas de 1666, Edición del Instituto de Estudios Teológicos e Históricos Guadalupanos, 2002

Tenemos anotado un punto:
Existieron autos y proceso de la Aparición Guadalupana, hechos por Zumárraga, según el testimonio juramentado del p. Sánchez. Ni los autos ni el proceso se conservan ahora, desde luego; pero no habiendo motivos de peso para dudar de los que lo atestiguan, queda en pie su palabra.
¿No se ha escapado de la crítica esta afirmación del p. Sánchez? NO, no se ha escapado. En su carta, el sr. Icazbalceta pone en duda el dicho de Sánchez, sin más motivo que el mero dudar, acercándose a acusarlo de perjuro. A tal argumento, responden los aparicionistas que vale el testimonio de personas de fe.

Una carta misteriosa y desaparecida
Aunque Sánchez no habló de Zumárraga en su testimonio, en 1666; queda claro que tales autos y proceso fueron hechos por tal obispo, autoridad del momento que los podía y debía hacer. Es diferente en cambio la afirmación que vamos a estudiar.
En 1746, fue publicado en la Nueva España el libro Escudo de Armas de México (el título original mucho más largo), escrito por el doctor Cayetano Cabrera y Quintero, él escribió lo siguiente:
No pocos discurren que, perseguido el Señor Zumárraga en su primer empleo y trabajosa protección de los indios, (a quienes querían sus contrarios más brutos), en prueba de su capacidad y virtud diera en España con los Auténticos que cuando no por otro, haría por este motivo. Fuese así o no, hay noticia participada por el R. P. Pedro de Mezquía, Franciscano Apostólico, de que en el convento de Victoria en que tomó el Abito el Señor Arzobispo Zumárraga, vió y leyó, escrita por este Prelado a los Religiosos de aquel Convento, la Aparición de Nra. Sra. de Guadalupe, según y como aconteció; bien que no se dice si historiada solamente o auténtica, (aunque yo entiendo será de grande authoridad, sea como fuere). Y uno u otro esperamos quanto antes, si como prometió al partir por la Missión que tiene prompta este Religioso Comissario, nos conduce con las solemnidades precissas estotra estimable comprobación de aquel portento.
Tomado de: CABRERA Y QUINTERO, CAYETANO, Escudo de Armas de México (fragmentos) en TORRE VILLAR, Ernesto de la, y NAVARRO DE ANDA Ramiro, Testimonios Históricos Guadalupanos, Fondo de Cultura Económica, 1a. Ed. 2a. Reimpresión, 2004
¿Zumárraga escribió una carta narrando la Aparición Guadalupana? Eso es lo que dijo Mezquía, y eso es lo que recogió Cabrera en su obra. Tal carta se habría perdido en un incendio en el archivo del convento de Vitoria. Por lo tanto, ¿Qué tan de cierto tiene esta noticia?
Icazbalceta la rechazó, como a Sánchez, tachándola de inverosímil, y Xavier Noguez, de quien ya hablamos, afirma que no siendo un documento sino el "rumor de un documento", no lo toma en cuenta en su estudio de documentos guadalupanos. Sin embargo, es interesante citar la opinión de un sabio y moderno guadalupano, al respecto. Dice el p. José Luis Guerrero Rosado:
Y a propósito del P, Mezquía. a quien el P. Poole parece considerar fantasioso, puesto que usa el término "the story of Mezquía", vale la pena informar aquí que la Congregación de los Santos exigió terminantemente que se le demostrara la verosimilitud de esa prueba. Lo que dice Cabrera y Quintero es que ".. hay noticia participada por el R. P. fray Pedro de Mezquía, franciscano apostólico, de que en el convento de Victoria en que tomó el hábito el señor Arzobispo Zumárraga, vió y leyó , escrita por este prelado a las religiosos de aquel convento, la aparición de Nra. Sra. de Guadalupe, según y como aconteció.." ( ). Y añade que estaban esperando que este Padre Mezquía volviera de España, de donde había prometido traer ese valiosísimo documento... Desgraciadamente el Padre volvió sin traer nada, porque ya no lo encontró, ya que se había quemado en un incendio en el archivo del convento. El P. Cabrera y Quintero ya no dijo más, pero más tarde, "el Dr. Uribe, que escribía hacia 1778, cuenta que al regreso del P. Mezquía le preguntaron por la relación que había prometido traer y respondió que no la había encontrado y que creía que había perecido en un incendio que había sufrido el archivo del convento." ( ).
Lo que la Congregación exigió, pues, no era que se le presentase un documento que ya se sabía quemado, (o, en todo caso, perdido), desde el siglo XVII, sino que se probase que realmente pudo haber existido. En concreto exigió, y como condición para proseguir el estudio de la Causa, que se le demostrase qué razones había para que poder creer que hubiese ido a parar a Vitoria un documento autógrafo de Zumárraga; si, en el convento franciscano local, había habido un "Padre Mezquía" que hubiese podido consultarlo en el siglo XVII; si ese padre Mezquía había viajado a México; si había vuelto de México a España y de España a México, y si era cierto que había habido un incendio en el archivo del convento en el siglo XVII.
En Vitoria ya no existe convento y el Padre no se apellidaba Mezquía, sino era PEDRO PEREZ DE MEZQUIA, por lo que ya puede suponerse que la investigación no resultó nada fácil, antes tuvo visos de leyenda piadosa por las muchas "casualidades" providenciales que intervinieron, (y que espero publicar también en otro volumen, para que se disponga de información completa en la parte que tuve en la historia de la causa), pero al final se pudo comprobar, a satisfacción de la Congregación, que el Padre Pedro Pérez de Mezquía, hijo de Francisco Pérez de Mezquía y Catalina de Castillo, había recibido el Bautismo en Vitoria el 31 de enero de 1688; que a los 17 años había tomado ahí mismo el hábito franciscano el 10 de marzo de 1704; que 9 años después, en 1715, había marchado a México con un grupo de 30 franciscanos, la mayoría destinados a las misiones dentro del propio México, pues a esas altura de la Colonia aun quedaban por evangelizar las tribus semisalvajes del norte y algunas otras perdidas entre las serranías; que recién llegado había pasado a Querétaro, donde desde el l2 de marzo de 1682 existía el Colegio de la Santa Cruz, específicamente planeado para formar misioneros; que fue designado a Texas, con el célebre Fray Antonio Margil de Jesús, quien ya había fundado antes, el 27 de enero de 1704, el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas, también para misiones. Después de muchas aventuras en Texas, entre asaltos y conversiones de Pieles Rojas, volvió a México, y a la muerte de Fray Margil de Jesús, ocurrida ahí el 6 de agosto de 1726, pasó de hecho a ser su sucesor, y en calidad de responsable de las Misiones viajó efectivamente a España, y nó una, sino dos veces, en 1738 y en 1749, trayendo primero 12 y luego 33 nuevos misioneros, de entre estos últimos otro que llegaría a ser aun más célebre que él, un mallorquino hoy ya beatificado: Fray Junípero Serra; que el Padre Pérez de Mezquía fue toda su vida acendrado guadalupano, y murió a en México a principios de marzo de 1764, a los 76 años.
Con eso, y con lo demás que también pudo probrarse como verosímil, la Congregación aceptó el dato, no como prueba, sino como mero indicio, y aceptó proseguir la causa.
Tomado de: GUERRERO ROSADO JOSé LUIS, El Nican Mopohua, un Intento de Exégesis, Edición digital de la Basílica de Guadalupe, en www.virgendeguadalupe.org.mx
Otro punto, entonces: hay el testimonio de que Zumárraga escribió una carta de contenido guadalupano; testimonio sometido a prueba por la Congregación para las Causas de los Santos, y aprobado, finalmente.

El volante de Zumárraga a Cortés
Desde tiempo atrás tenía yo ganas de escribir sobre este asunto. Resulta que, aunque se ha aceptado como asunto concluido, que el arzobispo Zumárraga nunca reportó el suceso guadalupano, hay quienes lo ponen seriamente en duda. Ya vimos que hay testimonios de que Zumárraga sí escribió (los autos y proceso reportados por Sánchez, primero, y la carta reportada por Mezquía, después).
¿Cuál es el problema con ambos documentos? Pues fácil. Que no se conservan, si existieron realmente como nos ha sido transmitido. Así que, o bien se destruyeron, o bien existen pero ocultos y desconocidos en algún lugar. En cualquiera de los dos casos, son documentos que no se pueden exhibir, motivo por el que estudiosos antiaparicionistas de la documentación guadalupana (como Icazbalceta y Noguez), los rechazan como prueba.
Sin embargo, hay un documento que sí se conserva, descubierto por el jesuita P. Mariano Cuevas, y que es una Carta de fray Juan de Zumárraga a Hernán Cortés, conquistador de México. Cuevas, quien se metió a husmear en diversos archivos y descubrió documentos interesantes, no publicados aun y por lo tanto no conocidos, era también guadalupano convencido. Descubrió esta carta, llamada ahora comúnmente "volante de Zumárraga a Cortés", en el Archivo General de Indias, estante 51, cajón 6, legajo 3. Transcribo el texto íntegro del volante descubierto por el p. Cuevas:
"Ilustre Señor y muy dichoso en todo.- Gratias agamus Domino Deo nostro, proponiendo de le servir mucho más de aquí adelante.
Cristóbal de Salamanca llegó en rompiendo el alba, víspera de la Concepción de la preservada Virgen en que nos vino la Redención (digo yo en fe y fiesta de la señora Marquesa) para lo cual yo me aparejaba cuanto podía y los trompetas tenía y los detengo; V.S. haya paciencia para mañana y en la farsa que ordenamos. Lo pagaré en la Natividad gozosa de Nuestro Salvador y cuan grandiosa será ! luego lo divulgué; y en saliendo el sol anduve mis estaciones de San Francisco primero de la Iglesia Mayor y de Santo Domingo, Señor Obispo de Tlaxcala que predica mañana y ahora entiendo en mi procesión y en escrebir a la Veracruz.
No se puede escrebir el gozo de todos. Con Salamanca no hay que escrebir. Al custodio hice mensajero a Cuernavaca. A Fr. Toribio va ya un indio y todo sea alabar a Dios y hareytos de indios y todos Laudent Nomen Domini. Víspera de la fiesta de las fiestas."
"Diga V.S. a la Señora Marquesa que quiero poner a la Iglesia Mayor título de la Concepción de la Madre de Dios, pues en tal día ha querido Dios y su Madre hacer esta merced a esta tierra que ganastes, y no más ahora.
De V.S. Capellán
El electo regocijado".
Tomado de: CUEVAS, MARIANO, Álbum Histórico Guadalupano del IV Centenario, Escuela Tipográfica Salesiana, 1930, p. 33
La pregunta obligada es: ¿Es guadalupano este documento, o no? No se conoce la fecha del mismo, y el texto, como se puede ver, es poco claro para nosotros. No dice exactamente a qué se debe el gozo manifestado en el escrito, y sólo podemos hacer conjeturas basándonos en ciertos hechos paralelos al texto. ¿Y qué opinan los críticos?
Icazbalceta murió antes de ser descubierto el volante, y no pudo opinar sobre el mismo. Noguez opina que no es guadalupano (sin mostrar un estudio al respecto, simplemente lo manifiesta así en la introducción de su libro).
El p. Cuevas, su descubridor, defiende que el documento es guadalupano, y que sería, por ahora, el único documento de Zumárraga con contenido guadalupano que tenemos a la vista. Ahora pasaremos a ver la defensa que hizo Cuevas del documento, como guadalupano.
También debo añadir que pocos son los antiaparicionistas que mencionan este documento, y no he leído ni a uno solo que lo estudie históricamente. Curiosamente, son autores declaradamente aparicionistas, colegas de Cuevas, quienes mejor critican el volante de Zumárraga a Cortés, y dos de ellos (a quienes vamos a citar), manifiestan que si bien el documento PUEDE ser de 1531 y por lo tanto guadalupano, puede también ser de 1530, y referirse a otro asunto. Tales aparicionistas son el p. José Bravo Ugarte y el lic. Alfonso Junco.
Proporcionaré, pues, al lector, tres bloques de información. Primero los argumentos del p. Cuevas, luego la crítica del p. Ugarte, y al final, la crítica de Alfonso Junco.
-El documento es guadalupano: Mariano Cuevas
Voy a mezclar palabras mías con las del p. Cuevas, para exponer su punto de vista.
-Siendo el 25 de diciembre la Natividad del Señor, y diciendo la carta ser escrita en "víspera de la fiesta de las fiestas", afirma Cuevas que la carta es de 24 de diciembre. Eso en lo que respecta al día.
-En cuanto al año. Cuevas argumenta así: La carta no es de fecha anterior a 1530, porque antes de 1530 Cortés no estaba en México con título de Marqués, y no es posterior a 1531 porque en diciembre de 1532 Zumárraga estaba en España, y en diciembre de 1533, aunque de vuelta en México, ya no era Obispo ELECTO, sino Obispo CONSAGRADO. Luego la carta es de 1530 o de 1531, punto.
-Que no puede ser de 1530, porque en 1530 Cortés y su esposa (la Marquesa), estaban detenidos en Texcoco, con prohibición de entrar en la ciudad de México, y no podían asistir al a procesión a que les invitaba el Obispo.
-Que en 1530 no había ningún hecho al que atribuir la Alegría Universal que destila la Carta, pues en 1530 muchos andaban descontentos por la llegada de la Segunda Audiencia enviada por el rey Carlos I a sustituir a la Primera.
-Zumárraga habla de que envió a alguien con fray Toribio (fray Toribio Paredes de Benavente, "Motolinía"), único Toribio de la época al que cualquiera reconocería con el puro nombre. En 1530 Motolinía estaba en Centroamérica, y el mensajero se le envía cerca de la ciudad de México, como se ve por la Carta. Cuevas muestra varios documentos en apoyo a esto, y afirma que por Noviembre de 1530, Motolinía estaba en Guatemala preparándose para viajar a la Nicaragua. En cambio, en Diciembre de 1531 se hallaba trabajando en la fundación de Puebla de los ángeles, próxima a México.
Cuevas mismo plantea ciertas objeciones al documento, y las responde él mismo.
-Según el documento, la gran merced tuvo lugar en la Concepción de Ntra. Sra. Pues bien, la Inmaculada Concepción se celebra el día 8, no el día 12 de Diciembre, que es la fecha que el Nican Mopohua asigna a la 4a. Aparición (impresión en la tilma de Juan Diego). Cuevas responde correctamente que en aquella época el Misal Sevillano marcaba la fiesta de la Inmaculada Concepción del día 8 al día 17 de Diciembre, intervalo en que caben las Apariciones Guadalupanas, ocurridas del 9 al 12.
-Que el legajo donde se halló la carta de Zumárraga contenía otros documentos de 1530. Cuevas responde que más avanzada la investigación, se encontraron en el legajo documentos de 1531 y fechas posteriores.
-Que el p. Fr. Daniel Sánchez, experto en la vida de Motolinía, dudaba de esa ida a Centroamérica del insigne franciscano. Cuevas responde citando a fray Francisco Vázquez y su Crónica de la provincia franciscana de Guatemalan, quien da fe de una firma de Motolinía en la recepción de Gaspar Arias, alcalde de Santiago de los Caballeros, en Guatemala, con fecha de 1529. Luego Motolinía sí fue a Centroamérica.
Estas es, en fin, la apología del p. Cuevas. Ahora oigamos voces algo distintas en opinión.
- Puede ser de 1530: José Bravo Ugarte
Sacerdote e historiador, como el mismo p. Cuevas, Bravo Ugarte es autor del libro Cuestiones Históricas Guadalupanas, obra clásica de investigación guadalupana, de la cual poseo un ejemplar de la 2a. Edición, de 1966, por la Editorial JUS, Colección México Heroico num. 55.
El capítulo 3 de su libro lo titula precisamente El volante de Zumárraga a Cortés, y trata del asunto que ahora volvemos a tratar aquí. Bravo Ugarte analiza el documento, y concluye lo siguiente: O es de 1530, o lo es de 1531; si es de 1530 el contexto habla de la llegada de la Segunda Audiencia enviada a poner orden en Mexico. Si es de 1531, habla de la Aparición Guadalupana.
¿Más cuáles son sus opiniones? Analizando las objeciones del p. Cuevas a que el documento sea de 1530, Bravo Ugarte las contesta:
Objeción primera: Que no puede ser de 1530, pues Cortés no podía entonces entrar a México, a participar en la procesión a que lo invita Zumárraga. Bravo Ugarte responde que el volante no dice que Zumárraga espere o invite a Cortés a la procesión, sino que la fiesta será grandiosa. Leyendo de nuevo el documento, lo comprobamos y es cierto: Zumárraga no está esperando o invitando a Cortés a asistir a la procesión.
Objeción segunda: Que en 1530 no había hecho al que atribuir alegría universal. Aquí pienso que el p. Cuevas se apasionó mucho en su fervor guadalupano, pues no es correcto lo que dijo. Bravo Ugarte lo demuestra, la llegada de la Segunda Audiencia, en diciembre de 1530, sí supuso tal alegría universal, pues la Primera Audiencia había sido nefasta, tiránica y perseguidora tanto para Cortés como para Zumárraga, los indios y muchos pobladores novohispanos. Se conserva una carta de Zumárraga al emperador Carlos V donde dice textualmente: Cuando estos oidores me dieron la carta que digo a V.M., les respondí que, si me mandara azotar en un asno por esta plaza y mandara dar muy mayor penitencia, yo no podría perder el gozo que tengo en mi alma por ver así la redención de la tierra", (carta fechada el 28 de marzo de 1531, publicada por García Icazbalceta en su Biografía de Don Fray Juan de Zumárraga, p. 25).
Así llama Zumárraga a la llegada de los nuevos oidores, "redención de la tierra", y en el volante a Cortés se repite la expresión "día en que nos vino la redención"; día que según el mismo volante es "víspera de la fiesta de la Concepción", o sea 7 de diciembre, y justamente el 7 de diciembre se tuvo noticia de que ya estaban en el puerto de Veracruz los segundos oidores, como consta en las Actas del Cabildo de México.
Objeción tercera: Que Motolinía estaba en Centroamérica en diciembre de 1530, y el volante habla de que se le mandó un indio con la posibilidad de encontrarlo cerca de la ciudad de México. Bravo Ugarte responde que lo que no consta es cuándo estuvo en Nicaragua fray Toribio. éste iba a Nicaragua a ver a dos franciscanos que llegaron a Nicaragua luego de la muerte de un tesorero llamado Tobilla, acaecida en octubre de 1530. La entrevista de Motolinía con tales franciscanos pudo ser el mismo mes de octubre de 1530 (no consta la fecha de su entrevista), y entre octubre y diciembre hay tiempo suficiente para que fray Toribio estuviera ya cerca de México, de regreso.
Luego, Bravo Ugarte concluye que el año 1530 no está excluido, y que a él le parece más posible que el volante sea de 1530, referente a la llegada de la Segunda Audiencia, con lo que no sería un documento guadalupano.
-1530 o 1531: Alfonso Junco
En su libro El milagro de las rosas, el lic. Junco aporta su sentir al respecto, y lo que pongo a continuación, aunque en el mismo formato de letra que el mío, es un extracto de su libro:
-Aceptando la hipótesis de que el volante sea de 1531 y por tanto se refiera al milagro del Tepeyac, se explican perfectamente la espiritual alegría del prelado y el excepcional gozo de todos.
Se explican los bailes de indios y la solemnísima procesión al día siguiente de Navidad, pues por otras voces sabemos que el 26 de diciembre fue el jubiloso traslado procesional de la imagen guadalupana.
Se explica, con cierta elasticidad, que el hecho coincida con las fiestas de la Inmaculada Concepción, pues ésta, en el misal sevillano vigente en México -según observa el padre Cuevas-, abarcaba del 8 al 17 de diciembre, y dentro de estas fechas caben las apariciones, acontenidas del 9 al 12.
Pero hay frases que ciertamente no pueden referirse al hecho guadalupano, como el principio mismo del volante, en que se dice que Salamanca llegó la Víspera de la Concepción, esto es, el 7 de diciembre, cuando nada guadalupano había acontecido todavía.
Lo cual, por supuesto, no es objeción decisiva, pues en un recado pueden y suelen tratarse diversos asuntos.
-En la hipótesis de que el volante sea de 1530, todo el contexto puede referirse a la noticia de la llegada de la nueva Audiencia; y la primera frase puede aludir a la causa del júbilo que todo el volante respira, lo cual parece de necesidad psicológica.
Entonces, la interpretación sería que Salamanca trajo de Veracruz la nueva del arribo de los oidores: cosa que concuerda -salvo el nombre del mensajero, que no consta- con la noticia que consignan las actas del Cabildo de México el propio 7 de diciembre: "en este día, porque vino nueva que están en el puerto oidores, acordaron..."
Ya para el susodicho 7 de diciembre, Zumárraga se aparejaba (adviértase el tiempo pasado) para la fiesta de la señora Marquesa: luego esa fiesta no estaba relacionada con un hecho que aconteció hasta el día 12, y sí puede ser alguna función religiosa encargada por la esposa de Cortés para impetrar la llegada de la nueva Audiencia, de la que su marido esperaba vindicación justicia: esto sería la enigmática "fe y fiesta de la señora Marquesa".
Cortés y su esposa estaban detenidos en Texcoco y no podían venir a la capital en diciembre de 1530; pero Zumárraga no les dice que vengan ni que los aguarda para la celebración religiosa; sólo les comunica cómo se ha estado aparejando para ella y cuán grandiosa será.
Yo, personalmente -termina diciendo Junco- desearía que el volante fuese guadalupano; pero nunca hay que confundir los deseos con los hechos positivos, ni una causa firme debe debilitarse con un argumento dudoso. Procede, en suma, seguir estudiando con perfecto desinterés la cuestión, y resolverla estrictamente en términos de crítica y certidumbre histórica.
Así termino con éste artículo, deseando sea de provecho, como lo han sido los datos en él contenidos, para mí y mi Investigación.

Bibliografía:
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TORRE VILLAR, Ernesto de la, y NAVARRO DE ANDA Ramiro, Testimonios Históricos Guadalupanos, Fondo de Cultura Económica, 1a. Ed. 2a. Reimpresión, 2004
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VERA Fortino Hipólito, Contestación histórico crítica en defensa de la maravillosa aparición de la Santísima Virgen de Guadalupe, al anónimo intitulado Exquisitio Historica y a otro anónimo también que se dice Libro de Sensación, Querétaro, Impresión de la Escuela de Artes, Calle Nueva núm. 10, 1892