Fray Juan de Zumárraga
y la Virgen de
Guadalupe
¿Negó Zumárraga la
Aparición? ¿Escribió o no sobre la misma?
POR JESÚS HERNÁNDEZ
(Marzo 2009)
Breve Introducción
He tenido el interés de escribir este
artículo, motivado por la popularidad y difusión del "brillante"
descubrimiento de algunos enemigos de la Aparición Guadalupana, afirmando que
Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, y a quien el Nican Mopohua se
refiere como el destinatario inmediato del mensaje de la Virgen, nunca mencionó
tal suceso en sus escritos, y aun lo negó explícitamente.
Tal ataque a la veracidad de la
Aparición, como un hecho histórico, es repetido con constancia en discusiones,
debates y artículos sobre la Aparición Guadalupana, y si juzgara por mis
experiencias en ese tipo de debates, es una suerte de "argumento
favorito" de la mayoría de antiaparicionistas.
¿Pero de dónde sacan ellos tal
argumento? Pues fácil. Los antiaparicionistas deben ese
"descubrimiento" al historiógrafo y sabio Joaquín García Icazbalceta,
de quien tanto hemos hablando en esta Investigación. Yo debo a mi vez al
articulista protestante Daniel Sapia el conocimiento de este argumento; y debo
confesar que al analizarlo, estuve MUY cerca de dejar de creer en la Aparición
Guadalupana, pues si algo genera el argumento del "silencio de
Zumárraga", es DUDAS sobre la Aparición.
Sólo que una vez puestos a dudar, yo
DUDO de TODO, y así dudé también del mismo argumento que me presentaban. ¿Será
cierto?, me pregunté... y ¿Qué dirán sobre ese argumento los defensores
guadalupanos que en su momento tuvieron que enfrentarse a Icazbalceta?...
preguntas de ese tipo me llevaron a ampliar mi estudio, y ahora quiero
compartir con mis lectores un poco de lo que he estudiado al respecto.
He ahí, pues, mi OBJETIVO al escribir
este pequeño artículo: Proveer de información y respuestas a quienes se lancen
-como me lancé yo- a defender lo que constituye para muchos una prueba de la
misma existencia y el actuar de Dios en el mundo: la Aparición Guadalupana. La
falta de respuestas y datos guadalupanos en mi fuente de investigación
inmediata (Internet), me costó estar a un dedo de renegar de mi fe guadalupana.
Quiero contribuir a evitar tal cosa a futuros apologistas guadalupanos. Y este
objetivo lleva consigo una segunda cara: el motivar a reflexión y análisis a
los que niegan el Milagro, queriendo promover en unos y otros la actitud de no
adoptar posturas sin antes realizar un análisis a fondo.
¿Zumárraga negando la Aparición?
No expondré yo el argumento. Cedo
para ello la palabra a quien por primera vez lo escribió, esto en el año 1883;
hable Don Joaquín García Icazbalceta:
El primer testigo de la Aparición
debiera ser el Ilmo. Sr. Zumárraga, á quien se atribuye papel tan principal en
el suceso y en las subsecuentes colocaciones y traslaciones de la imagen. Pero
en los muchos escritos suyos que conocemos no hay la más ligera alusión al
hecho ó á las ermitas: ni siquiera se encuentra una sola vez el nombre de
Guadalupe. Tenemos sus libros de doctrina, cartas, pareceres, una
exhortación pastoral, dos testamentos y una información acerca de sus buenas
obras. Ciertamente que no conocemos todo cuanto salió de su pluma, ni es
racional exigir tanto; pero si absolutamente nada dijo en lo mucho que tenemos,
es suposición gratuita afirmar que en otro papel cualquiera, de los que aun no
se hallan, refirió el suceso.
En las varias Doctrinas que imprimió
tampoco hay mención del prodigio. Lejos de eso, en la Regla Cristiana de
1547 (que si no es suya, como parece seguro, á lo menos fué compilada y mandada
imprimir por él) se encuentran estas significativas palabras: "Ya no
quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester,
pues está nuestra santa fe tan fundada por tantos millares de milagros como
tenemos en el Testamento Viejo y Nuevo". ¿Cómo decía eso el que había
presenciado tan gran milagro?...
Tomado de: GARCíA ICAZBALCETA JOAQUíN, Carta acerca del origen de la imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe de México (Pub. de 1896)
En solitario, éste argumento puede
constituir un verdadero martillazo sobre la fe en la Aparición Guadalupana. Yo,
como dije, pasé por ello. Y efectivamente, este argumento echaría por tierra la
historicidad del suceso guadalupano, siempre y cuando cumpliera con DOS
condiciones:
-Ser, efectivamente, texto de letra y
puño de Fray Juan de Zumárraga, y
-Tener el sentido que los
antiaparicionistas le dan; esto es, el negar la posibilidad de Milagros, en el
siglo XVI
¿Cumple el escrito con las
condiciones? Para responderlo, en vez de exponerlo yo, cedo la palabra al Lic.
Primo Feliciano Velázquez, abogado, historiador y nahuatlato, que en
conocimientos es capaz de competir con el mismo Icazbalceta, y quien respondió
a aquel impugnador. Expongo aquí lo que sobre tal punto responde Velázquez:
Al señor García Icazbalceta le parece
seguro que la Regla Cristiana de 1547 no es del señor Zumárraga. Quienquiera
que compare su estilo con el de las cartas publicadas en 1885 y 1919, empezará
por dudarlo, y acabará por negarlo, leyendo en el colofón que fue impresa por
mandato de su señoría, a quien la congregación de obispos encomendó "la
compilación, examen e impresión della".
De haber sido su autor, no necesitaba examinarla; siendo compilador, sí.
Tiene en verdad líneas de su mano,
pero confirman lo que sostenemos: "quise ofrecer mi pequeño talento de lo
copilar".
Sin embargo, de la Regla saca en
apoyo de su tesis el señor García Icazbalceta estas significativas palabras:
"Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son
menester, pues está nuestra santa fe tan fundada por tantos millares de
milagros como tenemos en el Testamento Viejo y Nuevo". Y se pregunta
ufano: "¿Cómo decía eso el que había presenciado tan gran milagro?". Pero si el señor Zumárraga no dijo eso,
¿qué admiramos? Escrita la Regla para gentes de fe arraigada, no se adapta
a los recién convertidos: prueba de que, en efecto, fue compilada.
Las palabras que en ella preceden a
las copiadas son éstas: "No debéis, hermanos, dar lugar a los pensamientos
y blasfemias del mundo, el cual tienta a las almas, para que deseen ver por
maravillas y milagros lo que creen por fe". Y el párrafo en que unas y
otras se hallan, termina así: "No queráis, como Herodes, ver milagros ni
novedades, porque no quedéis sin respuesta". Se refiere a milagros deseados o pedidos curiosamente por quienes saben
que los apóstoles y sucesores solían obrar maravillas para propagar el
Evangelio.
No fue escrito para los que tal ignoran. Ni es creíble que de suyo
asentara el prelado en las Indias Occidentales que el Redentor del mundo no
quería ya que se hicieran milagros, a la sazón que el taumaturgo San Francisco
Javier los multiplicaba en las Indias Orientales. Y sin ir tan lejos, el ilustre Motolinía, uno de los doce franciscanos
primeros que cristianaban esta tierra, en su Historia de los Indios, compuesta
durante los años de 1536 a 1541, refiere entre otros milagros el que recibió de
fray Pedro de Gante, y fue la resurrección del niño Ascensio en Atlacuihaya (Tacubaya): "causa de que muchos se
edificasen más en la fe y comenzaron a creer los otros milagros y maravillas
que de Nuestro Redentor y de sus santos se les predican". ¿Podía pensar el
primer obispo de México que en el principio de esta conversión renunciaría el
Altísimo a las patentes demostraciones de su poder y a la directa manifestación
de su gloria?
Tomado de: VELáZQUEZ, PRIMO FELICIANO, La Aparición de Santa María de
Guadalupe Edit. JUS, edición facsimilar de la primera edición de 1931, 1981.
Antes que el Lic. Velázquez, el
obispo de Cuernavaca D. Fortino Hipólito
Vera refutó la Carta de Icazbalceta, escribiendo para ello una Contestación histórico-crítica, en la
que sobre el punto que nos ocupa (Zumárraga "negando" la Aparición),
dice Vera en las páginas 37-38 de su obra:
"Vendrían a ser falsos los milagros que menciona Fray Julián Garcés
en su Carta de 1534 a Paulo III; los que narra Mendieta en su Historia
Eclesiástica Indiana y todos los que en dieciséis siglos reconoció la Iglesia,
para oficio propio. ¿Es capaz Zumárraga de tamañísimo error?
Bien mirado, al argumento se puede responder así:
-Ese texto no es de fray Juan de Zumárraga, pues él
simplemente lo compiló.
-Pero, aun de ser de Zumárraga el texto, no podría sacarse de
él el significado que saca Icazbalceta, pues en milagros reales, por obra de
Dios, bien que creía y creían todos los cristianos de su época. No así en los
milagros pedidos por mera curiosidad o morbosidad, que es a los que el texto se
refiere, como se ve por líneas posteriores.
NOTA - sobre la
insistencia de los modernos impugnadores en este argumento -
Este argumento de Icazbalceta lleva ya décadas refutado, pero
aun hoy día, sigue siendo repetido, con insistencia, en diversos círculos
antiaparicionistas. Particularmente me llama la atención el siguiente ejemplo:
A finales del siglo XX, y con motivo de la inminente
canonización de Juan Diego, un grupo
de prelados y estudiosos mexicanos enviaron al Vaticano cartas pidiendo
postergar la misma, por no haber, a su juicio, elementos para considerar
personaje histórico al vidente indígena.
El p. Manuel Olimón Nolasco publicó varias de esas cartas en su libro La
búsqueda de Juan Diego, obra de 2002, y en una carta del 9 de marzo de 1998,
los firmantes expresan lo siguiente:
El vacío histórico documental de más
de un siglo sigue en pie: el silencio total de los primeros misioneros en
relación con la historicidad no ha cambiado: desconocen completamente el
supuesto hecho, vg. fray Juan de Zumárraga, testigo número uno del
Acontecimiento, ya que según la narración Nican Mopohua, al desenvolver su
tilma el indígena, ante él apareció la imagen de Nuestra Señora y la veneró de
rodillas.
Sin embargo, 16 años después, en el
Catecismo "Regla Cristiana breve" (1547), afirmó: "Ya no quiere
el Redemptor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester; pues está
nuestra sancta fe, tan fundada por tantos millares de milagros como tenemos en
el testamento viejo y nuevo..."
Tomado de: OLIMóN NOLASCO, MANUEL, La búsqueda de Juan Diego,
Plaza&Janés 2002, p. 169
Entre los firmantes de tal carta está
el doctor Xavier Noguez, autor de
una tesis doctoral de tendencia antiaparicionista llamada Documentos
guadalupanos, un estudio sobre las fuentes de información tempranas en torno a
las mariofanías del Tepeyac, de 1993 (es decir, anterior a la carta de 1998 que
firma como autor junto con otras personas). Pues bien, véase la bibliografía
del libro de Noguez, y se verá citado ahí el libro de Primo Feliciano Velázquez
que hemos citado.
Me resulta extraño que alguien que
leyó a Velázquez y lo citó como bibliografía, firme después una carta donde se
repite el argumento refutado por Velázquez. Porque refutado está, como hemos
mostrado.
Un sacerdote bajo juramento
No hay investigador guadalupano que
no haya estudiado, o por lo menos, escuchado, sobre las Informaciones jurídicas de 1666; interesante compendio de
testimonios de indios y españoles sobre el suceso guadalupano. Tal proceso se
realizó de manera formal para reunir información con la cual pedir a Roma misa
y oficio propios de Ntra. Sra. de Guadalupe. Para ampliar el tema se puede
consultar el artículo principal: Las
Informaciones de 1666.
Por ahora, el tema que nos ocupa se
referirá a uno de los testigos de dicho proceso, el presbítero Miguel Sánchez. Sacerdote criollo, y
guadalupano de hueso colorado, él escribió, en 1648, un libro que se convirtió
en un best-seller (Imagen de la Virgen
María Madre de Dios Guadalupe); y a partir de la publicación de su libro,
la devoción guadalupana se extendió mucho más, al punto que algunos
antiaparicionistas lo catalogan de "inventor de las apariciones".
En fin, eso es tema para otro
artículo. Ahora nos interesa que en 1666, Miguel Sánchez fue uno de los
testigos del proceso, y luego de jurar decir la verdad, testificó, entre otras
cosas, que existieron una vez autos originales de la Aparición (que habría hecho
Zumárraga en persona), y que de ello tenía noticia por el Lic. Bartolomé
García y éste por el deán Alonso Muñoz de la Torre.
Esto es lo que escribieron los que
redactaron el texto de las Informaciones de 1666:
"Y juntamente tuvo noticia este
testigo, por habérsela dado el dicho Licenciado Bartholome García de que le
había dicho el doctor don Alonso Muñoz de la Torre, Deán que fue de esta Santa
Iglesia Catedral Metropolitana de que habiendo ido a visitar al Ilustrísimo
señor Arzobispo don fray García de Mendoza de la Orden de San Jerónimo, que a
lo que se acuerda gobernaba este Arzobispado por los años de seiscientos y uno,
y había visto que Su Señoría Ilustrísima estaba leyendo los autos y proceso de
dicha aparición, con singular ternura, y que así se lo había manifestado y
declarado a dicho Señor Deán".
Tomado de: INFORMACIONES DE 1666, facsímil del original con traslación,
en CHáVEZ SáNCHEZ Eduardo, La Virgen de Guadalupe y Juan Diego en las
Informaciones Jurídicas de 1666, Edición del Instituto de Estudios Teológicos e
Históricos Guadalupanos, 2002
Tenemos anotado un punto:
Existieron autos y proceso de la
Aparición Guadalupana, hechos por Zumárraga, según el testimonio juramentado del p. Sánchez. Ni
los autos ni el proceso se conservan ahora, desde luego; pero no habiendo
motivos de peso para dudar de los que lo atestiguan, queda en pie su palabra.
¿No se ha escapado de la crítica esta
afirmación del p. Sánchez? NO, no se ha escapado. En su carta, el sr.
Icazbalceta pone en duda el dicho de Sánchez, sin más motivo que el mero dudar,
acercándose a acusarlo de perjuro. A tal argumento, responden los
aparicionistas que vale el testimonio de personas de fe.
Una carta misteriosa y desaparecida
Aunque Sánchez no habló de Zumárraga
en su testimonio, en 1666; queda claro que tales autos y proceso fueron hechos
por tal obispo, autoridad del momento que los podía y debía hacer. Es diferente
en cambio la afirmación que vamos a estudiar.
En 1746, fue publicado en la Nueva
España el libro Escudo de Armas de México (el título original mucho más largo),
escrito por el doctor Cayetano Cabrera y
Quintero, él escribió lo siguiente:
No pocos discurren que, perseguido el
Señor Zumárraga en su primer empleo y trabajosa protección de los indios, (a
quienes querían sus contrarios más brutos), en prueba de su capacidad y virtud
diera en España con los Auténticos que cuando no por otro, haría por este
motivo. Fuese así o no, hay noticia participada por el R. P. Pedro de
Mezquía, Franciscano Apostólico, de que en el convento de Victoria en que tomó
el Abito el Señor Arzobispo Zumárraga, vió y leyó, escrita por este Prelado a
los Religiosos de aquel Convento, la Aparición de Nra. Sra. de Guadalupe,
según y como aconteció; bien que no se dice si historiada solamente o
auténtica, (aunque yo entiendo será de grande authoridad, sea como fuere). Y
uno u otro esperamos quanto antes, si como prometió al partir por la Missión
que tiene prompta este Religioso Comissario, nos conduce con las solemnidades
precissas estotra estimable comprobación de aquel portento.
Tomado de: CABRERA Y QUINTERO, CAYETANO, Escudo de Armas de México
(fragmentos) en TORRE VILLAR, Ernesto de la, y NAVARRO DE ANDA Ramiro,
Testimonios Históricos Guadalupanos, Fondo de Cultura Económica, 1a. Ed. 2a.
Reimpresión, 2004
¿Zumárraga escribió una carta
narrando la Aparición Guadalupana? Eso es lo que dijo Mezquía, y eso es lo que
recogió Cabrera en su obra. Tal carta se habría perdido en un incendio en el
archivo del convento de Vitoria. Por lo tanto, ¿Qué tan de cierto tiene esta
noticia?
Icazbalceta la rechazó, como a
Sánchez, tachándola de inverosímil, y Xavier Noguez, de quien ya hablamos,
afirma que no siendo un documento sino el "rumor de un documento", no
lo toma en cuenta en su estudio de documentos guadalupanos. Sin embargo, es
interesante citar la opinión de un sabio y moderno guadalupano, al respecto.
Dice el p. José Luis Guerrero Rosado:
Y a propósito del P, Mezquía. a quien
el P. Poole parece considerar fantasioso, puesto que usa el término "the
story of Mezquía", vale la pena informar aquí que la Congregación de los
Santos exigió terminantemente que se le demostrara la verosimilitud de esa
prueba. Lo que dice
Cabrera y Quintero es que ".. hay
noticia participada por el R. P. fray Pedro de Mezquía, franciscano apostólico,
de que en el convento de Victoria en que tomó el hábito el señor Arzobispo
Zumárraga, vió y leyó , escrita por este prelado a las religiosos de aquel
convento, la aparición de Nra. Sra. de Guadalupe, según y como
aconteció.." ( ). Y añade que estaban esperando que este Padre Mezquía
volviera de España, de donde había prometido traer ese valiosísimo documento...
Desgraciadamente el Padre volvió sin traer nada, porque ya no lo encontró, ya
que se había quemado en un incendio en el archivo del convento. El P. Cabrera y
Quintero ya no dijo más, pero más tarde, "el
Dr. Uribe, que escribía hacia 1778, cuenta que al regreso del P. Mezquía le
preguntaron por la relación que había prometido traer y respondió que no la
había encontrado y que creía que había perecido en un incendio que había
sufrido el archivo del convento." ( ).
Lo que la Congregación exigió, pues, no era que se le presentase un
documento que ya se sabía quemado, (o, en todo caso, perdido), desde el siglo
XVII, sino que se probase que realmente pudo haber existido. En concreto exigió, y como
condición para proseguir el estudio de la Causa, que se le demostrase qué
razones había para que poder creer que hubiese ido a parar a Vitoria un
documento autógrafo de Zumárraga; si, en el convento franciscano local, había
habido un "Padre Mezquía" que hubiese podido consultarlo en el siglo
XVII; si ese padre Mezquía había viajado a México; si había vuelto de México a
España y de España a México, y si era cierto que había habido un incendio en el
archivo del convento en el siglo XVII.
En Vitoria ya no existe convento y el Padre no se apellidaba Mezquía,
sino era PEDRO PEREZ DE MEZQUIA, por lo que ya puede suponerse que la
investigación no resultó nada fácil, antes tuvo visos de leyenda piadosa por las muchas
"casualidades" providenciales que intervinieron, (y que espero
publicar también en otro volumen, para que se disponga de información completa
en la parte que tuve en la historia de la causa), pero al final se pudo
comprobar, a satisfacción de la Congregación, que el Padre Pedro Pérez de
Mezquía, hijo de Francisco Pérez de Mezquía y Catalina de Castillo, había
recibido el Bautismo en Vitoria el 31 de enero de 1688; que a los 17 años había
tomado ahí mismo el hábito franciscano el 10 de marzo de 1704; que 9 años
después, en 1715, había marchado a México con un grupo de 30 franciscanos, la
mayoría destinados a las misiones dentro del propio México, pues a esas altura
de la Colonia aun quedaban por evangelizar las tribus semisalvajes del norte y
algunas otras perdidas entre las serranías; que recién llegado había pasado a
Querétaro, donde desde el l2 de marzo de 1682 existía el Colegio de la Santa
Cruz, específicamente planeado para formar misioneros; que fue designado a
Texas, con el célebre Fray Antonio Margil de Jesús, quien ya había fundado
antes, el 27 de enero de 1704, el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe de
Zacatecas, también para misiones. Después de muchas aventuras en Texas, entre
asaltos y conversiones de Pieles Rojas, volvió a México, y a la muerte de Fray
Margil de Jesús, ocurrida ahí el 6 de agosto de 1726, pasó de hecho a ser su
sucesor, y en calidad de responsable de las Misiones viajó efectivamente a
España, y nó una, sino dos veces, en 1738 y en 1749, trayendo primero 12 y
luego 33 nuevos misioneros, de entre estos últimos otro que llegaría a ser aun
más célebre que él, un mallorquino hoy ya beatificado: Fray Junípero Serra; que
el Padre Pérez de Mezquía fue toda su vida acendrado guadalupano, y murió a en
México a principios de marzo de 1764, a los 76 años.
Con eso, y con lo demás que también
pudo probrarse como verosímil, la Congregación aceptó el dato, no como prueba,
sino como mero indicio, y aceptó proseguir la causa.
Tomado de: GUERRERO ROSADO JOSé LUIS,
El Nican Mopohua, un Intento de Exégesis, Edición digital de la Basílica de
Guadalupe, en www.virgendeguadalupe.org.mx
Otro punto, entonces: hay el
testimonio de que Zumárraga escribió una carta de contenido guadalupano;
testimonio sometido a prueba por la Congregación para las Causas de los Santos,
y aprobado, finalmente.
El volante de Zumárraga a Cortés
Desde tiempo atrás tenía yo ganas de
escribir sobre este asunto. Resulta que, aunque se ha aceptado como asunto
concluido, que el arzobispo Zumárraga
nunca reportó el suceso guadalupano, hay quienes lo ponen seriamente en
duda. Ya vimos que hay testimonios de que Zumárraga sí escribió (los autos y
proceso reportados por Sánchez, primero, y la carta reportada por Mezquía,
después).
¿Cuál es el problema con ambos
documentos? Pues fácil. Que no se conservan, si existieron realmente como nos
ha sido transmitido. Así que, o bien se destruyeron, o bien existen pero
ocultos y desconocidos en algún lugar. En cualquiera de los dos casos, son
documentos que no se pueden exhibir, motivo por el que estudiosos
antiaparicionistas de la documentación guadalupana (como Icazbalceta y Noguez),
los rechazan como prueba.
Sin embargo, hay un documento que sí
se conserva, descubierto por el jesuita
P. Mariano Cuevas, y que es una Carta de fray Juan de Zumárraga a Hernán
Cortés, conquistador de México. Cuevas, quien se metió a husmear en diversos
archivos y descubrió documentos interesantes, no publicados aun y por lo tanto
no conocidos, era también guadalupano convencido. Descubrió esta carta, llamada
ahora comúnmente "volante de Zumárraga a Cortés", en el Archivo General de Indias, estante 51,
cajón 6, legajo 3. Transcribo el texto íntegro del volante descubierto por el
p. Cuevas:
"Ilustre Señor y muy dichoso en
todo.- Gratias agamus Domino Deo nostro, proponiendo de le servir mucho más de
aquí adelante.
Cristóbal de Salamanca llegó en
rompiendo el alba, víspera de la Concepción de la preservada Virgen en que nos
vino la Redención (digo yo en fe y fiesta de la señora Marquesa) para lo cual
yo me aparejaba cuanto podía y los trompetas tenía y los detengo; V.S. haya
paciencia para mañana y en la farsa que ordenamos. Lo pagaré en la Natividad
gozosa de Nuestro Salvador y cuan grandiosa será ! luego lo divulgué; y en
saliendo el sol anduve mis estaciones de San Francisco primero de la Iglesia
Mayor y de Santo Domingo, Señor Obispo de Tlaxcala que predica mañana y ahora
entiendo en mi procesión y en escrebir a la Veracruz.
No se puede escrebir el gozo de todos. Con Salamanca no hay que escrebir. Al custodio hice
mensajero a Cuernavaca. A Fr. Toribio va ya un indio y todo sea alabar a Dios y
hareytos de indios y todos Laudent Nomen Domini. Víspera de la fiesta de las
fiestas."
"Diga V.S. a la Señora Marquesa
que quiero poner a la Iglesia Mayor título de la Concepción de la Madre de
Dios, pues en tal día ha querido Dios y
su Madre hacer esta merced a esta tierra que ganastes, y no más ahora.
De V.S. Capellán
El electo regocijado".
Tomado de: CUEVAS, MARIANO, Álbum Histórico Guadalupano del IV
Centenario, Escuela Tipográfica Salesiana, 1930, p. 33
La pregunta obligada es: ¿Es guadalupano este documento, o no? No
se conoce la fecha del mismo, y el texto, como se puede ver, es poco claro para
nosotros. No dice exactamente a qué se debe el gozo manifestado en el
escrito, y sólo podemos hacer conjeturas basándonos en ciertos hechos
paralelos al texto. ¿Y qué opinan los críticos?
Icazbalceta murió antes de ser
descubierto el volante, y no pudo opinar sobre el mismo. Noguez opina que no es
guadalupano (sin mostrar un estudio al respecto, simplemente lo manifiesta así
en la introducción de su libro).
El p. Cuevas, su descubridor,
defiende que el documento es guadalupano, y que sería, por ahora, el único
documento de Zumárraga con contenido guadalupano que tenemos a la vista.
Ahora pasaremos a ver la defensa que hizo Cuevas del documento, como
guadalupano.
También debo añadir que pocos son los
antiaparicionistas que mencionan este documento, y no he leído ni a uno solo
que lo estudie históricamente. Curiosamente, son autores declaradamente
aparicionistas, colegas de Cuevas, quienes mejor critican el volante de
Zumárraga a Cortés, y dos de ellos (a quienes vamos a citar), manifiestan que
si bien el documento PUEDE ser de 1531 y por lo tanto guadalupano, puede
también ser de 1530, y referirse a otro asunto. Tales aparicionistas son el p. José Bravo Ugarte y el lic. Alfonso Junco.
Proporcionaré, pues, al lector, tres
bloques de información. Primero los argumentos del p. Cuevas, luego la crítica
del p. Ugarte, y al final, la crítica de Alfonso Junco.
-El documento es guadalupano:
Mariano Cuevas
Voy a mezclar palabras mías con las
del p. Cuevas, para exponer su punto de vista.
-Siendo el 25 de diciembre la
Natividad del Señor, y diciendo la carta ser escrita en "víspera de la
fiesta de las fiestas", afirma Cuevas que la carta es de 24 de diciembre.
Eso en lo que respecta al día.
-En cuanto al año. Cuevas argumenta
así: La carta no es de fecha anterior a 1530, porque antes de 1530 Cortés no
estaba en México con título de Marqués,
y no es posterior a 1531 porque en diciembre de 1532 Zumárraga estaba en
España, y en diciembre de 1533, aunque de vuelta en México, ya no era Obispo
ELECTO, sino Obispo CONSAGRADO. Luego la carta es de 1530 o de 1531, punto.
-Que no puede ser de 1530, porque en
1530 Cortés y su esposa (la Marquesa), estaban detenidos en Texcoco, con
prohibición de entrar en la ciudad de México, y no podían asistir al a
procesión a que les invitaba el Obispo.
-Que en 1530 no había ningún hecho al
que atribuir la Alegría Universal que destila la Carta, pues en 1530 muchos
andaban descontentos por la llegada de la Segunda Audiencia enviada por el rey
Carlos I a sustituir a la Primera.
-Zumárraga habla de que envió a
alguien con fray Toribio (fray Toribio
Paredes de Benavente, "Motolinía"), único Toribio de la época al
que cualquiera reconocería con el puro nombre. En 1530 Motolinía estaba en
Centroamérica, y el mensajero se le envía cerca de la ciudad de México, como se
ve por la Carta. Cuevas muestra varios documentos en apoyo a esto, y afirma que
por Noviembre de 1530, Motolinía estaba en Guatemala preparándose para viajar a
la Nicaragua. En cambio, en Diciembre de 1531 se hallaba trabajando en la
fundación de Puebla de los ángeles, próxima a México.
Cuevas mismo plantea ciertas objeciones al documento, y las responde
él mismo.
-Según el documento, la gran merced
tuvo lugar en la Concepción de Ntra. Sra. Pues bien, la Inmaculada Concepción
se celebra el día 8, no el día 12 de Diciembre, que es la fecha que el Nican
Mopohua asigna a la 4a. Aparición (impresión en la tilma de Juan Diego). Cuevas
responde correctamente que en aquella época el Misal Sevillano marcaba la
fiesta de la Inmaculada Concepción del día 8 al día 17 de Diciembre, intervalo
en que caben las Apariciones Guadalupanas, ocurridas del 9 al 12.
-Que el legajo donde se halló la
carta de Zumárraga contenía otros documentos de 1530. Cuevas responde que más
avanzada la investigación, se encontraron en el legajo documentos de 1531 y
fechas posteriores.
-Que el p. Fr. Daniel Sánchez, experto en la vida de Motolinía, dudaba de
esa ida a Centroamérica del insigne franciscano. Cuevas responde citando a fray Francisco Vázquez y su Crónica de
la provincia franciscana de Guatemalan, quien da fe de una firma de Motolinía
en la recepción de Gaspar Arias,
alcalde de Santiago de los Caballeros, en Guatemala, con fecha de 1529. Luego
Motolinía sí fue a Centroamérica.
Estas es, en fin, la apología del p.
Cuevas. Ahora oigamos voces algo distintas en opinión.
- Puede ser de 1530: José Bravo
Ugarte
Sacerdote e historiador, como el
mismo p. Cuevas, Bravo Ugarte es autor del libro Cuestiones Históricas Guadalupanas, obra clásica de investigación
guadalupana, de la cual poseo un ejemplar de la 2a. Edición, de 1966, por la
Editorial JUS, Colección México Heroico num. 55.
El capítulo 3 de su libro lo titula
precisamente El volante de Zumárraga a Cortés, y trata del asunto que ahora
volvemos a tratar aquí. Bravo Ugarte analiza el documento, y concluye lo
siguiente: O es de 1530, o lo es de 1531; si es de 1530 el contexto habla de la
llegada de la Segunda Audiencia enviada a poner orden en Mexico. Si es de 1531,
habla de la Aparición Guadalupana.
¿Más cuáles son sus opiniones?
Analizando las objeciones del p. Cuevas a que el documento sea de 1530, Bravo
Ugarte las contesta:
Objeción primera: Que no puede ser de 1530, pues Cortés no podía entonces entrar a México,
a participar en la procesión a que lo invita Zumárraga. Bravo Ugarte responde
que el volante no dice que Zumárraga espere o invite a Cortés a la procesión,
sino que la fiesta será grandiosa. Leyendo de nuevo el documento, lo comprobamos
y es cierto: Zumárraga no está esperando o invitando a Cortés a asistir a la
procesión.
Objeción segunda: Que en 1530 no había hecho al que atribuir alegría universal. Aquí
pienso que el p. Cuevas se apasionó mucho en su fervor guadalupano, pues no es
correcto lo que dijo. Bravo Ugarte lo demuestra, la llegada de la Segunda
Audiencia, en diciembre de 1530, sí supuso tal alegría universal, pues la
Primera Audiencia había sido nefasta, tiránica y perseguidora tanto para Cortés
como para Zumárraga, los indios y muchos pobladores novohispanos. Se conserva
una carta de Zumárraga al emperador
Carlos V donde dice textualmente: Cuando
estos oidores me dieron la carta que digo a V.M., les respondí que, si me
mandara azotar en un asno por esta plaza y mandara dar muy mayor penitencia, yo
no podría perder el gozo que tengo en mi alma por ver así la redención de la
tierra", (carta fechada el 28 de marzo de 1531, publicada por García
Icazbalceta en su Biografía de Don Fray Juan de Zumárraga, p. 25).
Así llama Zumárraga a la llegada de
los nuevos oidores, "redención de la tierra", y en el volante a
Cortés se repite la expresión "día en que nos vino la redención"; día
que según el mismo volante es "víspera de la fiesta de la Concepción",
o sea 7 de diciembre, y justamente el 7 de diciembre se tuvo noticia de que ya
estaban en el puerto de Veracruz los segundos oidores, como consta en las Actas
del Cabildo de México.
Objeción tercera: Que Motolinía estaba en Centroamérica en diciembre de 1530, y el volante
habla de que se le mandó un indio con la posibilidad de encontrarlo cerca de la
ciudad de México. Bravo Ugarte responde que lo que no consta es cuándo estuvo
en Nicaragua fray Toribio. éste iba a Nicaragua a ver a dos franciscanos que
llegaron a Nicaragua luego de la muerte de un tesorero llamado Tobilla,
acaecida en octubre de 1530. La entrevista de Motolinía con tales franciscanos
pudo ser el mismo mes de octubre de 1530 (no consta la fecha de su entrevista),
y entre octubre y diciembre hay tiempo suficiente para que fray Toribio
estuviera ya cerca de México, de regreso.
Luego, Bravo Ugarte concluye que el
año 1530 no está excluido, y que a él le parece más posible que el volante sea
de 1530, referente a la llegada de la Segunda Audiencia, con lo que no sería un
documento guadalupano.
-1530 o 1531: Alfonso Junco
En su libro El milagro de las rosas, el lic. Junco aporta su sentir al
respecto, y lo que pongo a continuación, aunque en el mismo formato de letra
que el mío, es un extracto de su libro:
-Aceptando la hipótesis de que el volante sea de 1531 y por tanto se refiera al milagro
del Tepeyac, se explican perfectamente la espiritual alegría del prelado y el
excepcional gozo de todos.
Se explican los bailes de indios y la
solemnísima procesión al día siguiente de Navidad, pues por otras voces sabemos
que el 26 de diciembre fue el jubiloso traslado procesional de la imagen
guadalupana.
Se explica, con cierta elasticidad,
que el hecho coincida con las fiestas de la Inmaculada Concepción, pues ésta, en
el misal sevillano vigente en México -según observa el padre Cuevas-, abarcaba
del 8 al 17 de diciembre, y dentro de estas fechas caben las apariciones,
acontenidas del 9 al 12.
Pero hay frases que ciertamente no
pueden referirse al hecho guadalupano, como el principio mismo del volante, en
que se dice que Salamanca llegó la Víspera de la Concepción, esto es, el 7 de
diciembre, cuando nada guadalupano había acontecido todavía.
Lo cual, por supuesto, no es objeción
decisiva, pues en un recado pueden y suelen tratarse diversos asuntos.
-En la hipótesis de que el volante sea de 1530, todo el contexto puede referirse a
la noticia de la llegada de la nueva Audiencia; y la primera frase puede aludir
a la causa del júbilo que todo el volante respira, lo cual parece de necesidad
psicológica.
Entonces, la interpretación sería que
Salamanca trajo de Veracruz la nueva del arribo de los oidores: cosa que
concuerda -salvo el nombre del mensajero, que no consta- con la noticia que
consignan las actas del Cabildo de México el propio 7 de diciembre: "en
este día, porque vino nueva que están en el puerto oidores, acordaron..."
Ya para el susodicho 7 de diciembre,
Zumárraga se aparejaba (adviértase el tiempo pasado) para la fiesta de la
señora Marquesa: luego esa fiesta no estaba relacionada con un hecho que
aconteció hasta el día 12, y sí puede ser alguna función religiosa encargada
por la esposa de Cortés para impetrar la llegada de la nueva Audiencia, de la
que su marido esperaba vindicación justicia: esto sería la enigmática "fe
y fiesta de la señora Marquesa".
Cortés y su esposa estaban detenidos
en Texcoco y no podían venir a la capital en diciembre de 1530; pero Zumárraga
no les dice que vengan ni que los aguarda para la celebración religiosa; sólo
les comunica cómo se ha estado aparejando para ella y cuán grandiosa será.
Yo, personalmente -termina diciendo
Junco- desearía que el volante fuese guadalupano; pero nunca hay que confundir
los deseos con los hechos positivos, ni una causa firme debe debilitarse con un
argumento dudoso. Procede, en suma, seguir estudiando con perfecto desinterés
la cuestión, y resolverla estrictamente en términos de crítica y certidumbre
histórica.
Así termino con éste artículo,
deseando sea de provecho, como lo han sido los datos en él contenidos, para mí
y mi Investigación.
Bibliografía:
BRAVO UGARTE José, Cuestiones
históricas guadalupanas, Edit. JUS, 2a. Ed. 1966
CABRERA Y QUINTERO, Cayetano, Escudo
de Armas de México, en TORRE VILLAR, Ernesto de la, y NAVARRO DE ANDA Ramiro, Testimonios
Históricos Guadalupanos
CUEVAS Mariano, Álbum Histórico
Guadalupano del IV Centenario, Escuela Tipográfica Salesiana, 1930
GUERRERO ROSADO José Luis, El
Nican Mopohua, un Intento de Exégesis, Edición digital de la Basílica de
Guadalupe, en www.virgendeguadalupe.org.mx
INFORMACIONES DE 1666, facsímil del
original con traslación, en CHáVEZ SáNCHEZ Eduardo, La Virgen de Guadalupe y
Juan Diego en las Informaciones Jurídicas de 1666
NóGUEZ Xavier, Documentos
guadalupanos, un estudio sobre las fuentes de información tempranas en torno a
las mariofanías del Tepeyac, Fondo de Cultura Económica, 1993
OLIMÓN NOLASCO Manuel, La Búsqueda
de Juan Diego, Edit. Plaza&Janés, 1a. Ed. 2002
TORRE VILLAR, Ernesto de la, y
NAVARRO DE ANDA Ramiro, Testimonios Históricos Guadalupanos, Fondo de
Cultura Económica, 1a. Ed. 2a. Reimpresión, 2004
VELáZQUEZ Primo Feliciano, La
Aparición de Santa María de Guadalupe, Edit. JUS, edición facsimilar de la
primera edición de 1931, 1981
VERA Fortino Hipólito, Contestación
histórico crítica en defensa de la maravillosa aparición de la Santísima Virgen
de Guadalupe, al anónimo intitulado Exquisitio Historica y a otro anónimo
también que se dice Libro de Sensación, Querétaro, Impresión de la Escuela
de Artes, Calle Nueva núm. 10, 1892
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